Jurada la
independencia, el 28 de Julio de 1821, San Martín
convocó a un concurso para la elección de una
"Marcha Nacional del Perú", concurso al
que se presentaron 7 composiciones de seis maestros
de música de la capital. Salió triunfadora una de
las dos composiciones presentadas por el maestro
José Bernardo Alcedo, hermano terciario del Convento
de Santo Domingo. La letra fue escrita para esta
música por el poeta iqueño José de la Torre
Ugarte.
El Himno
Nacional se cantó por primera vez en público el 23
de septiembre del mismo año, en el Teatro de Lima, y
fue entonado por la soprano Rosa Merino.
Hacia 1850
se hizo difícil saber cuál era la verdadera música
del himno, pues circulaban varias versiones y los
escritos con la versión original se perdieron. Así
el músico italiano Claudio Rebagliati, con la ayuda
del ya anciano José Bernardo Alcedo, reescribe la
música del himno, en 1869.
Pasados los
años, el gobierno peruano plantea cambiar la letra
del himno por lo que se consideraba que la letra era
ofensiva a España, nación con la que ya estábamos
en paz, y porque su letra refleja un rencor y un
tenor de guerra que ya no eran bien vistos. Así se
encarga al poeta José Santos Chocano la tarea de
escribir las nuevas estrofas. Sin embargo finalmente
el sentir popular no aceptó el cambio de letra, pues
la letra original refleja el recuerdo de quienes nos
dieron la independencia.
El 26 de
febrero de 1913, el Congreso de la República
respalda la restauración realizada por el maestro
Rebagliati en 1869 y promulga la ley 1801 declarando
intangibles la letra y música del Himno Nacional.
Finalmente
con Resolución del 18 de mayo de 2005 el Tribunal
Constitucional y según el Expediente N.°
0044-2004-AI/TC proclama que las estrofas de Jose de
la Torre Ugarte (I a VI) son intangibles y que la
estrofa "Largo tiempo..." apócrifa y
respaldada por la ley 1801 quedará como la número
VII, en respuesta al respaldo popular, pero pudiendo
cantarse las estrofas en el órden que se desee o
disponga pero siempre manteniéndose la potestad del
Congreso disponer cual debería ser cantada
Himno
Nacional del PERÚ (Según
Resolución del Tribunal Constituciuonal del 18 de mayo
de 2005 y expediente N.° 0044-2004-AI/TC)
LETRA__: José
de la Torre Ugarte (primeras 6 estrofas)
MÚSICA : José Bernardo Alcedo.
RESTAURACIÓN: Claudio Rebagliati
CORO
Somos libres,
seámoslo siempre,
y antes niegue sus luces el Sol,
que faltemos al voto solemne
que la Patria al Eterno elevo
ESTROFAS
I
Ya el estruendo
de broncas cadenas
que escuchamos tres siglos de horror
de los libres el grito sagrado
que oyó atónito el mundo, ceso.
Por doquier San Martín inflamado
libertad, libertad, pronunció
y meciendo su base los Andes
la enunciaron también a una voz.
II
Con su influjo
los pueblos despiertan,
y cual rayo corrió la opinión;
desde el itsmo a las tierras del fuego,
desde el fuego a la helada región
todos juran romper el enlace
que natura a ambos mundos negó,
y quebrar ese cetro que España,
reclinaba orgullosa en los dos.
III
Lima cumple ese
voto solemne
y severa su enojo mostró
al tirano impotente lanzando
que intentaba alargar su opresión.
A su esfuerzo saltaron los grillos
y los surcos que en sí reparo,
le atizaron el odio y venganza
Que heredara de su Inca y Señor.
IV
Compatriotas, no
más verla esclava;
si humillada tres siglos gimió
para siempre jurémosla libre
manteniendo su propio esplendor.
Nuestros brazos, hasta hoy desarmados,
estén siempre cebando el cañón,
que algún día las playas de Iberia
sentirán de su estruendo el terror.
V
Excitemos los
celos de España
pues presiente con mengua y furor
que en concurso de grandes naciones
nuestra Patria entrará en parangón.
En la lista que de éstas se forme
llenaremos primero el reglón
que el tirano ambicioso Iberino,
que la América toda asoló.
VI
En su cima los
Andes sostengan
la bandera o pendón bicolor
que a los siglos anuncie el esfuerzo
que ser libres por siempre nos dió.
A su sombra vivamos tranquilos,
y al nacer por sus cumbres el sol,
renovemos el gran juramento
que rendimos al dios de Jacob
VII (de autoría anónima) Largo tiempo el
peruano oprimido
la ominosa cadena arrastro
condenada a una cruel servidumbre
largo tiempo en silencio gimió.
Mas apenas el grito sagrado
¡Libertad! en sus costas se oyó;
la indolencia de esclavo sacude
la humillada cerviz levantó.