Guía para El
Jefe de Tropa
Guía para el Jefe de Tropa
Por: Lord Baden-Powell de Gilwell
A MANERA DE PROLOGO
No hay que preocuparse del volumen de este libro.
El Escultismo no es ciencia abstracta ni difícil; antes
bien es juego alegre si se le aborda por el lado bueno.
Al mismo tiempo es instructivo y (como la misericordia)
beneficia tanto al que da como al que
recibe.
El vocablo "Escultismo" ha venido a significar
un método para formar al ciudadano, mediante juegos que
se adaptan a la naturaleza de la niñez.
En este mundo, las niñas son de mucha importancia, pues
cuando las madres de la nación son buenas ciudadanas y
mujeres de carácter, se preocupan de que sus hijos no
carezcan de estos atributos. Según marchan las cosas, se
hace indispensable el adiestramiento para ambos sexos, y
se imparte por medio de actividades de los Scouts y de
las Guías. Los principios son los mismos, tanto para los
varones como para las niñas; la única diferencia
estriba en cuestión de detalles.
En una de sus novelas, el escritor inglés A. S. M.
Hútchinson, sugiere que lo que la juventud necesita es
ambiente sano; pues éste se lo proporciona el
Escultismo; y es el mismo que Dios ha brindado a todo el
mundo: aire libre, felicidad y oportunidad de ser
útil.
Sin duda alguna, el Jefe de Tropa al iniciar a sus
muchachos en las actividades del Escultismo, se impone el
deber de participar en esa misma felicidad y utilidad.
Descubre que ha emprendido una labor mucho más elevada
de lo que se imaginó al comenzarla, puesto que se da
cuenta que rinde un servicio a Dios y a la humanidad,
servicio digno de que le consagre toda su
vida
Si se espera que este libro indique los peldaños para
subir hasta la cúspide de una perfecta sabiduría, se
sufrirá un desengaño.
Me propongo simplemente delinear, a guisa de sugestión,
lo que hemos encontrado que nos podría dar buenos
resultados y las razones que lo
justifican.
Un hombre lleva a la práctica las sugestiones que se le
hacen con tanto mayor afán cuanto mejor comprenda los
fines de ellas.
Así es que gran parte de estas páginas se
referirán de preferencia a los objetivos de los
pasos y no a sus detalles; éstos podrán ser colegidos
por el principiante, ayudado por su propio ingenio y en
consonancia con el ambiente que lo rodea.
Baden Powell of Gilwell
INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA EDICION
GUIA PARA EL JEFE DE TROPA
Poco antes de que estallara la Primera Guerra Mundial,
Baden Powell había preparado y dirigido un curso para
Jefes de Tropa. Para poder dar este curso, hizo unos
apuntes relativos al adiestramiento de muchachos mediante
el Escultismo. Después de terminado el conflicto se le
sugirió que esos apuntes bien podrían ser publicados en
forma de libro. Los revisó a la luz de la experiencia
que se había adquirido, pues de mil maneras la guerra
fue una prueba por la cual paso el adiestramiento del
scout, y fue así como, en 1920, apareció la obra
originalmente escrita en inglés con el título de
"Aids to Scoutmastership" (Guía para el Jefe
de
Tropa).
En aquel mismo año se celebró en Londres la Primera
Reunión (Jamboree) Mundial de Scouts, con el fin de
fundar y estimular la Fraternidad Mundial de Scouts En
dicha reunión, Baden Powell fue aclamado
espontáneamente como Jefe de los Scouts del Mundo, honor
que él siempre consideró como el más elevado de todos
los que había
recibido.
Diez años después se publicó una edición corregida de
"Aids to Scoutmastership". Y a mí me tocó el
honor de colaborar en su preparación. Baden Powell me
solicitó que cooperase con él ya que, en mi carácter
de Jefe de Campo del Parque de Gilwell, era mi deber,
así como satisfacción, seguir y exponer las sugestiones
y consejos contenidos en este libro para el
adiestramiento práctico de los Jefes de Tropa. Había
además a la sazón otro vínculo que unía más
estrechamente al Jefe Scout con el Parque de Gilwell. En
1929, al entrar el Escultismo en su mayoría de edad -
por decirlo así - y celebrarse el Tercer Jamboree
Mundial de Scouts, se le confirió al Jefe Scout un
título de nobleza del Reino Unido. Por recomendación
del Comité Scout Internacional, el Jefe Scout agregó a
su nombre el título de Lord y el de Gilwell, llamándose
entonces Lord Baden Powell of Gilwell, puesto que el
Parque de Gilwell había sido reconocido como el Centro
Internacional de Adiestramiento de los Scouts. Por otra
parte, tanto los miembros que integraban el Comité, como
el propio Jefe, abrigaban el deseo de poner de relieve la
distinción que la monarquía británica había conferido
a la Fraternidad Mundial de los
Scouts.
Las principales partes en que se dividen ambas ediciones
de la obra se basaban en un cuadro que ideó el Jefe
Scout y en el cual hizo constar el análisis de las
cualidades propias a todo verdadero ciudadano y las
prácticas del Escultismo que las inculcan. Según
costumbre suya, Baden Powell siempre revisaba su
material, empeñándose en presentarlo en lenguaje tan
claro como fuera posible. Uno de los resultados de esta
constante revisión fue el cuadro bien simplificado del
Esquema para el Adiestramiento del Scout, cuadro qué
incluyó en su obra autobiográfica intitulada
"Lessons from the Varsity of Life" (Lecciones
tomadas de la Escuela de la
Vida).
La edición mundial de esta "Guía Para el Jefe de
Tropa", se ciñe a este último análisis. El
material de las primeras ediciones ha sido amoldado
ligeramente para que se conforme a ella, y se han llenado
unos cuantos vacíos con párrafos tomados de otras obras
de Baden Powell. En vista del propósito que persigue
esta nueva edición, para elevarla del plan nacional al
internacional, se ha evitado hacer referencias a ciertas
prácticas educativas inglesas, tan en boga en la tercera
década de este siglo, pero que ya no son ni pertinentes
ni oportunas. El trabajo de redacción en inglés fue
ejecutado con toda idoneidad por William Hillcourt,
miembro del personal de redacción de los Boy Scouts de
Estados Unidos, quien durante su vida de Escultismo ha
seguido con asiduidad y orgullo el sendero que abrió
BP
Nos es grato dejar constancia del reconocimiento de que
es acreedora Lady Baden Powell, quien generosamente ha
dado su consentimiento y estímulo para que pudiera
prepararse esta
edición.
Mi propio y firme criterio es que el Escultismo, por todo
el mundo, necesita tornarse hacia la idea original y
simple de que es un juego, que ayudará al autodesarrollo
del muchacho con la más mínima intervención posible
por parte de los adultos. Si nosotros, que nos hemos
elegido para desempeñar el alto cargo de ser sus
directores, nos proponemos ACORDARNOS DE CUANDO ÉRAMOS
MUCHACHOS en nuestra vida cotidiana y en todas nuestras
actividades de Escultismo, haremos mejor nuestro trabajo
y obtendremos mejores resultados. Para lograr esto no hay
ayuda más excelente que la ofrecida por la Fraternidad
Scout, que es en sí una fuerza poderosa para fomentar la
buena voluntad y el entendimiento no sólo nacional, sino
también
internacionalmente.
Apoyada en este criterio, la presente edición de
"Guía para el Jefe de Tropa" sale ahora a la
luz pública. Acariciamos la esperanza de que esta obra
ha de contribuir a mantener vivo el verdadero Espíritu
del Escultismo, tal cual lo vislumbró su Fundador.
Nuestro anhelo es que ayude a los Jefes de Tropa, en todo
el mundo, a comprender los fines y métodos de nuestras
actividades.
J. S. WILSON
Director Honorario Oficina Internacional de los Boy
Scouts
(1939 - 1953)
PARTE I
CÓMO ADIESTRAR AL MUCHACHO
- El Jefe de Tropa
- El Muchacho
- Escultismo
El Jefe de Tropa guía al muchacho con el espíritu de un
hermano mayor.
EL JEFE DE TROPA
Como palabra preliminar de aliento para los que aspiran a
ser Jefes de Tropa, quisiera desvanecer el concepto
errado que usualmente se tiene sobre que, para llegar a
lucirse como Jefe de Tropa, el individuo debe ser émulo
del Admirable Caballero Crichton, es decir, ser sabio...
No hay tal
cosa.
Sencillamente, lo que sí debe ser es hombre-muchacho,
esto es:
1) Poseer espíritu de muchacho y saber, como primera
medida, colocarse en su
plano;
2) ser consciente de las necesidades, perspectivas y
deseos inherentes a las distintas edades de los
muchachos;
3) tratar con el muchacho individualmente, y no en
conjunto, y
4) fomentar el espíritu de cooperación para obtener los
mejores resultados.
Con referencia al primero de estos puntos, es de saber
que el Jefe de Tropa no tiene que ser ni maestro de
escuela, ni oficial de mando, ni director espiritual, ni
tampoco instructor. Todo lo que se requiere es el don de
saber gozar con provecho del aire libre, compenetrarse
del anhelo de los muchachos, y tener el tino de
encontrarles otras personas que los encarrilen en la
debida dirección, ya sea con respecto a materia de
señales o de dibujo, del estudio de la naturaleza o de
la
exploración.
Tiene que hacer las veces de hermano mayor, esto es,
considerar las cosas desde el punto de vista del
muchacho, aconsejarlo, y guiarlo por el buen sendero,
transmitiéndole entusiasmo. Como un verdadero hermano
mayor, debe apreciar el valor de las tradiciones de su
familia y procurar que las conserve, aun cuando para ello
necesite emplear mucha firmeza. Eso es todo. El
Movimiento es una confraternidad de alegría, tanto más
jovial cuanto que en el juego del Escultismo se hace una
gran obra para los demás: combatir el engendro del
egoísmo.
Con respecto al segundo punto, diremos que existe por
ahí gran variedad de manuales que tratan de los aspectos
sucesivos de la vida del
adolescente.
En cuanto al tercer punto, la misión del Jefe de Tropa -
de suyo muy interesante - es procurar que el muchacho
muestre sus recónditos sentimientos e imponerse
sutilmente de lo que anida en su
alma.
Logrado esto debe asir lo bueno que encierra su ser, para
desarrollarlo a fin de que elimine lo malo. Por malo que
sea el carácter de una persona, siempre hay en él un
lado bueno. El juego consiste en acertar a descubrir esa
buena semilla; saber cultivarla y abonarla, para que
llegue a fructificar con mayor abundancia. Esto no es
instruir a la joven mentalidad; es
educarla.
Por lo que hace al cuarto punto: en el adiestramiento
para el Escultismo, el Sistema de Patrullas o grupos
refleja en su conjunto la expresión del adiestramiento
individual, que en la práctica indica todo lo que al
muchacho se le ha
enseñado.
El Sistema de Patrullas cuenta también con un valioso
elemento para la formación del carácter, si se sabe
aprovecharlo como se debe. Mueve a cada muchacho a tratar
de asumir alguna responsabilidad personal por el bien de
su tropa. Induce a cada patrulla o tropa a preocuparse
del descargo de alguna misión bien definida que sea de
provecho para la Tropa. Interpretando este espíritu, el
Jefe de Tropa queda en condiciones de juzgar, no
solamente su propia instrucción, sino también sus ideas
con respecto a la perspectiva moral de sus scouts. A la
luz de ese espíritu, el scout mismo va comprendiendo
poco a poco que tiene voz y voto en lo que hace la tropa
de que forma parte. El Sistema de Patrullas hace que la
Tropa, y por ende todo el Escultismo, sea un esfuerzo
genuinamente cooperativo.
EL DEBER DEL JEFE DE TROPA
Del ejemplo personal del Jefe de Tropa depende en gran
medida su éxito en el adiestramiento del muchacho. Es
asunto fácil llegarse a convertir uno en héroe, así
como lo es el insinuarse como hermano mayor del muchacho.
A medida que el tiempo nos aleja de nuestros días
juveniles, se nos va olvidando la gran capacidad que
posee la juventud para admirar a sus
héroes.
El Jefe de Tropa, quien para sus muchachos es un héroe,
tiene en sus manos una poderosa palanca para su
desarrollo; pero esto también le impone una seria
responsabilidad. Los muchachos no tardan en descubrirle
alguna característica o rasgo, no importa cuán
pequeño, provenga éste de alguna virtud o de algún
defecto. El natural imitador de los muchachos
inconscientemente hace suyos sus gestos, los
modales que muestre, su ceño, su felicidad radiante, o
su mirada de impaciencia; su voluntad para disciplinarse
o flaquezas morales... No solo se fija en todo
esto, sino lo imita.
Por lo tanto, para lograr que cumplan con todo el
espíritu de los cánones de la Ley Scout, es preciso que
el Jefe de Tropa la observe él mismo con escrupulosidad
en todos los actos de su vida. De este modo bastará
apenas una palabra suya para que los muchachos acaten sus
indicaciones.
La tarea del Jefe de Tropa se asemeja al juego de golf, a
la siega y a la pesca con anzuelo. Si uno se precipita,
no llega a ninguna parte; ni siquiera hasta donde
llegaría aun movido por impulso apático... Pero es
necesario actuar. De nada sirve permanecer inmóvil. La
disyuntiva es: avanzar o estancarse. Por consiguiente,
avancemos... y hagámoslo
jovialmente.
Lealtad al Movimiento
El Jefe de Tropa debe recordar que además de su deber en
particular para con sus muchachos, tiene otro en general
para con el Movimiento. Nuestra intención de convertir a
los muchachos en buenos ciudadanos tiende a beneficiar a
la nación, pues así ésta podrá contar con hombres
viriles y dignos de confianza, cuya concordia y espíritu
de rectitud la mantengan unida en el interior y en paz
con los vecinos.
Investidos del deber de enseñar la abnegación y la
disciplina, mediante la propia práctica y el ejemplo, es
preciso que los Jefes de Tropa estén por encima de
mezquinos resentimientos personales, y deben tener tal
amplitud de criterio que les permita subordinar sus
propios puntos de vista a una norma de pensamiento más
elevada. A ellos les toca enseñar a sus muchachos a ser
ecuánimes, cada uno en su respectiva órbita, como
piezas del engranaje de una maquinaria. Cada Jefe de
Tropa tiene señalada su esfera de trabajo, y cuanto más
se dedica a él tanto más responderán los Scouts al
adiestramiento. Luego, tornando la mirada a los
propósitos más elevados que persigue el Movimiento, o a
los efectos de la labor diez años más tarde, será
posible aquilatar en su justa proporción los detalles de
hoy
.
Cuando un Jefe de Tropa no quiere seguir concienzudamente
la línea de conducta requerida, la única actitud
varonil que debe adoptar es decirlo sin ambages a su
Comisionado o a la Oficina Nacional, y si no se pueden
arreglar las cosas, entonces que deje el trabajo. En
primer lugar, cuando entró a desempeñarlo lo hizo con
los ojos abiertos, y resulta peregrino que, si después
encuentra que no le satisfacen los detalles, se queje de
que la culpa de todo la tienen los
superiores.
Afortunadamente, en nuestro Movimiento, debido a la
descentralización y a que se deja a las autoridades
locales libertad de acción, recortamos muchos de los
trámites engorrosos que siempre han sido causa de
fricciones y quejas en muchos
organismos.
También tenemos la buena fortuna de contar con un cuerpo
de jefes de tropa de amplio criterio en su perspectiva y
en la lealtad que en general le guardan al
Movimiento.
Recompensa del Jefe de
Tropa
Una vez cierto individuo se atrevió a decirme que el
hombre más feliz de la tierra era él; y tuve a bien
informarle que había otro aun más feliz que él:
yo.
No vaya a suponerse que en la consecución de esta
felicidad no nos salieron al paso mil contrariedades.
Todo lo
contrario.
Lo que nos da el gozo completo de haberlas vencido es
precisamente la satisfacción de que no nos arredraron
los obstáculos que se nos presentaron, y haber sabido
soportar con determinación las punzadas de las
espinas.
No debe esperarse que la vida sea un lecho de rosas; si
así fuera, no valdría la pena
vivirla.
De la misma manera, al tratar con los Scouts, uno está
sujeto a sufrir desencantos y contratiempos. Hay que
armarse de paciencia. Hay personas que con frecuencia
echan a perder sus obras o carrera por falta de paciencia
más que por el efecto de la bebida u otros vicios.
Habrá que soportar con paciencia, hasta cierto punto,
críticas mordaces y otros sinsabores; pero a la larga
llegará la
recompensa.
La satisfacción que se deriva de haber tratado de
cumplir uno con su deber, aun a costa de sacrificios
personales, y de haber desarrollado el carácter de los
muchachos, que les dará un horizonte diferente de la
vida, trae consigo un premio que la palabra escrita no
alcanza a describir fielmente. El hecho de haber
trabajado para que no se repitan esos males que, de
darles rienda suelta, pronto darían al traste con
nuestros jóvenes, le proporciona al hombre un
consuelo firme de que por lo menos ha hecho algo por su
patria, por humilde que sea su condición.
Tal es el espíritu que debe animar a los jefes de tropa,
comisionados, miembros de los comités, instructores,
organizadores y secretarios (a todos los cuales describe
genéricamente y con acierto, el vocablo
"scouter") en la labor que hacen por el
Movimiento Scout.
A este ejército de trabajadores voluntarios se debe la
organización y propagación del Escultismo. Ahí tenemos
una prueba notable, aunque muda, de ese delicado
espíritu de patriotismo que yace bajo la superficie de
la mayoría de las naciones. Estos hombres ofrecen su
tiempo y energías, y en muchos cases también su dinero,
a la tarea de organizar el adiestramiento de muchachos,
sin que ni por un momento pase por su mente la idea de
merecer premio o alabanzas por la obra que hacen. Es que
sencillamente aman a su patria y a sus semejantes.
Miembros de la familia del Escultismo: Lobato, Scout y
Rover.
EL
MUCHACHO
EL PRIMER paso que se debe dar para el éxito en el
adiestramiento de un scout es tratar de conocer algo de
la vida de los muchachos en general y luego la de ése en
particular.
Cierto doctor inglés (Saleeby) hablando en Londres ante
la Sociedad de Ética, dijo lo siguiente: "El primer
requisito para que un maestro tenga éxito es conocer la
naturaleza del muchacho. Ni el niño ni la niña es
edición pequeña de un hombre o de una mujer; ni es una
hoja de papel en blanco sobre la que el maestro debe
escribir. No. Todo niño tiene su propia curiosidad
peculiar, hija de su inexperiencia, es decir, una
mentalidad misteriosa para el adulto, que necesita ayuda
atinada, estimulo y modelación, o modificación y hasta
restricción."
En lo que sea posible, será bueno recordar cuáles eran
las ideas de uno cuando era muchacho, para poder entender
mejor sus sentimientos y anhelos. Habrá que tomar en
consideración las siguientes cualidades del
muchacho:
Genio. Debe tenerse presente que un muchacho por
naturaleza siempre está rebosante de buen humor. Puede
que éste se incline a lo superficial, pero siempre le
hace apreciar una broma o un chascarrillo y ver el lado
cómico de las cosas. Esta actitud permite al que trabaja
con muchachos contar con una oportunidad placentera y
radiante para facilitarle su obra, y lo habilita además
para hacerse compañero jovial con sólo participar en la
alegría de la ocasión, en vez de que se le tome por
capataz.
Valentía. Generalmente el muchacho es animoso, además
de no ser miedoso. Por naturaleza no es quejumbroso,
aunque más tarde llegue a serlo, cuando haya perdido el
respeto a sí mismo o cuando ha frecuentado la compañía
de los
quejosos.
Confianza. El muchacho por lo general tiene suprema
confianza en sus propias facultades. Por lo tanto, no le
gusta que se le trate como si fuera chicuelo, ni que se
le diga que haga las cosas o la
manera de hacerlas. Prefiere ensayar por su propia
cuenta, aunque se equivoque; pero precisamente al cometer
errores adquiere experiencia y forja su
carácter.
Agudeza. Raro es el muchacho que no sea más perspicaz
que un lince. Es fácil instruirle en lo relativo a la
observación, fijar la atención en las cosas y deducir
el significado de
éstas.
Amor a la Aventura. El muchacho que habita en la ciudad
es casi siempre más inquieto que sus hermanos del campo,
debido a los sucesos que a diario ocurren en la ciudad,
tales como el paso raudo de un coche de bomberos que
acuden a un incendio, o una viva pelea entre dos de sus
vecinos, etc. No puede permanecer en una colocación por
más de uno o dos meses, pues bien pronto le entra el
irresistible deseo de cambiar de
posición.
Sensibilidad. Cuando un muchacho encuentra alguien que se
interesa en él, responde y va donde se le dirige; y
aquí es en donde entra esa admiración a los héroes que
le sirve de gran fuerza auxiliar al Jefe de
Tropa
Lealtad. Esta es una de las características del muchacho
que debe inspirar esperanza ilimitada en él. Los
muchachos son generalmente amigos leales entre sí, y de
ese modo la amistad es en cada uno de ellos casi natural.
Es lo único que considera como deber. Puede dar la
impresión de ser egoísta; pero, por regla general,
debajo de esa superficie, siente un ansia por ayudar a
los demás, y éste es el terreno fértil que nuestro
adiestramiento de Escultismo trata de
cultivar
Si se consideran y estudian estas diversas cualidades del
muchacho, uno puede discernir la mejor manera de adaptar
la instrucción del adiestramiento a sus inclinaciones.
El fruto de este estudio es el primer peldaño para
alcanzar el éxito en esa instrucción. Yo he tenido el
placer de encontrarme, en el transcurso de una semana,
con tres muchachos en distintos centros, acerca de
quienes me informaron que, antes de haber sido tocados
por la influencia del Escultismo, eran díscolos
incorregibles y bribonzuelos de tomo y lomo. Los
respectivos Jefes de Tropa, en cada caso particular de
loa tres, descubrieron las buenas cualidades que yacían
latentes bajo la superficie de las malas, y habiendo
asido aquéllas pusieron los muchachos a trabajar en
tareas adecuadas a su disposición moral; y ahora ahí
están esos tres excelentes y toscos mozalbetes
trabajando espléndidamente sin parecerse en nada a lo
que antes eran. Solamente por el logro de estos tres
triunfos aislados, se justifica el esfuerzo de haber
organizado las Tropas.
En un artículo que apareció en la revista inglesa
"Teacher's World", se describe de la siguiente
manera esa complicada obra de la Naturaleza: el
muchacho:
"A juzgar por mi propia experiencia, yo diría que
los muchachos viven en un mundo aparte exclusivamente
suyo... un mundo que ellos se han hecho para sí mismos;
y en ese mundo no tienen cabida ni los maestros ni las
lecciones. El mundo del muchacho tiene sus propios
acontecimientos y normas, códigos y chismes y opinión
pública.
No hay que olvidar que en cuanto el muchacho ingresa
al Escultismo, quiere empezar inmediatamente a explorar.
Así pues, no se debe cohibir su entusiasmo dándole
al principio demasiadas explicaciones preliminares.
Satisfáganse sus deseos con juegos y prácticas de
exploración
y después incúlquensele poco a poco los detalles
elementales.
"Contra el viento y marea por parte de maestros y
padres, los muchachos se mantienen leales a su propio
mundo. Obedecen su propio código, por diferente que sea
al que se les inculca en el hogar y en el aula. Prefieren
sufrir contentos el martirio que los adultos les infligen
a ser desleales a su propio
código.
"El código del maestro, por ejemplo, ordena el
silencio, precaverse de los peligros y la conducta
decorosa. El código de los muchachos es diametralmente
opuesto: prescribe la bulla, los riesgos y el
tumulto.
"¡Diversión, pleitos y hartazgos! Estos son los
tres elementos principales del mundo del muchacho. Son
fundamentales. Son por los que verdaderamente se
preocupa, y no tienen nada que ver con maestros ni con
libros de
texto.
"Según la opinión pública en el Reino de los
Muchachos, eso de sentarse durante cuatro horas diarias,
en un cuarto, ante un pupitre, es una miserable pérdida
de tiempo y de sol. ¿Habrá alguien que sepa de algún
muchacho, (uno natural y saludable) que haya conocido
algún muchacho que, interrumpiendo su retozo al aire
libre, vaya y suplique a la mamá que le permita sentarse
en la sala?
"Claro que no. Un muchacho no es un animalito que se
pueda relegar a un escritorio; tampoco es para tenerlo
echado. Tampoco es pacifista, ni partidario de "la
seguridad ante todo", ni aficionado a la lectura
seria, ni
filósofo.
"Sencillamente es un muchacho hecho y derecho
-¡qué Dios lo bendiga! - rebosante de retozo y pelea,
travesuras arriesgadas y bullanguería, observación y
alboroto. Y si no es así, entonces no es
normal.
"Que siga librándose la batalla entre el código de
los maestros y el de los muchachos. éstos vencerán en
lo futuro como han vencido en lo pasado. Pocos de entre
ellos se someterán y se ganarán becas; pero la
abrumadora mayoría persistirá en su espíritu de
rebeldía, y llegarán a ser los hombres más capacitados
y más nobles de la
nación.
"¿Acaso no es cierto, como la historia lo confirma,
que a Édison, quien patentó mil invenciones suyas,
cuando era niño lo despachó a su casa el maestro con
una nota en la que decía de él que era "demasiado
estúpido para
aprender"?
"¿No es cierto que los maestros de escuela
consideraban torpes a Newton y a Darwin, quienes más
tarde enunciaron célebres teorías
científicas?
"¿Es que no existen centenares de ejemplos
análogos de haber resultado, andando el tiempo, útil y
eminente el desaplicado de la clase? ¿Y no es esto
prueba de que nuestros métodos actuales de enseñanza
son deficientes para el desarrollo de la aptitud de los
muchachos?
"¿Es que no es posible tratar a los muchachos como
tales? ¿No podríamos adaptar la gramática y la
historia, la geografía y la aritmética, a las
necesidades del mundo de los muchachos? ¿No podríamos
traducir nuestra sapiencia de adultos al lenguaje de la
vida de
ellos?
"¿Acaso no tiene razón el muchacho, después de
todo, en mantener su propio código de justicia y obras y
aventuras?
"¿Es que no está anteponiendo la acción a los
estudios, como debe hacerlo? ¿No es en realidad un
pequeña obrero sorprendente que se desempeña por sí
solo, a falta de inteligente
dirección?
"¿No sería infinitamente más apropiado que por
algún tiempo los maestros dedicaran sus estudios a
analizar las maravillas de la vida del muchacho que por
el momento tratan en vano de doblegar y
reprimir?
"¿Por qué nadar contra la corriente, si ésta, al
fin y al cabo, corre en el mismo sentido que uno desea
ir?
"¿No es hora ya de que adaptemos y armonicemos
nuestros fútiles métodos a los hechos incontestables?
¿Por qué hemos de insistir en comentar plañideramente:
"cosas de muchacho", en vez de regocijarnos de
la energía, ánimo e iniciativa que tan admirablemente
despliegan los muchachos? ¿Y cuál tarea puede ser más
noble y más íntima, para el verdadero maestro, que la
de encauzar alegremente las fuerzas salvajes de la
naturaleza del muchacho por las sendas del servicio a la
sociedad?"
El ambiente y las
tentaciones.
Como ya se ha dicho, el primer paso en el camino hacia el
éxito es conocer al muchacho; pero el segundo es conocer
su hogar. Solamente después de familiarizarse con el
ambiente que rodea al muchacho cuando no se encuentra en
compañía de los Scouts, puede el Jefe de Tropa decidir
a ciencia cierta cuáles elementos debe poner en juego
para influenciarlo.
Cuando se ha granjeado la simpatía y apoyo de los padres
del muchacho y los ha inducido a formar consorcio con él
en el desarrollo de un interés más pleno por la obra de
la Tropa y el objetivo del Movimiento, entonces la labor
del Jefe de Tropa se vuelve proporcionalmente liviana.
De vez en cuando pueden presentarse en el hogar
influencias malignas que deben ser contrarrestadas.
Además existen otras tentaciones contra las cuales el
instructor del muchacho tendrá que estar listo a entrar
en lid. Más, si ya está advertido de ellas,
probablemente lo encontrarán preparado a emplear
métodos para que no ejerzan maleficencia en los
muchachos de que se hace cargo, y de esta manera poder
desarrollar su carácter del mejor modo.
El cinematógrafo ofrece una de las tentaciones más
formidables. Indudablemente, las películas ejercen
irresistible atracción en los muchachos, y algunas
personas se devanan constantemente los sesos buscando
medios para dominarla; pero sucede que ésta es una de
esas cosas que sería muy difícil de contener, aun
cuando ello fuera altamente deseable. La cuestión es,
antes bien, aprovechar las películas de la mejor manera
posible para que sirvan a nuestros fines. Partiendo del
principio de abordar cualquier dificultad aparejándonos
a ella y encaminándola en la propia dirección que uno
sigue, debemos esforzarnos en aislar lo que tenga de
valor el cinematógrafo, y luego tornarlo en ventaja del
objetivo de instruir al muchacho. No cabe duda de que
puede convertirse en instrumento poderoso para lo malo,
mediante simple sugestión, si no se le vigila
debidamente; pero ya se han dictado medidas, y continúan
dictándose, para que la censura sea más eficaz. Sin
embargo, así como puede ser una potencia del mal,
asimismo puede hacérsele una potencia del bien. Existen
actualmente películas excelentes sobre historia natural
y estudios de la naturaleza que dan al niño una idea
mejor que las que puede formarse por su propia
observación, e indiscutiblemente mejor que un número
cualquiera de lecciones sobre la materia. La historia
puede enseñarse objetivamente. Hay películas de
hazañas dramáticas, épicas o heroicas, y otras de pura
diversión y cómicas. Muchas de ellas ponen de relieve
lo que es malo para condenarlo y ridiculizarlo. No admite
dudes el hecho de que este método de enseñanza visual
puede ser adaptado de manera que produzca un buen efecto
admirable en los niños, aprovechando la inclinación e
interés de éstos en el "salón de cine".
También debemos recordar que el cinematógrafo ejerce la
misma influencia en las escuelas que lo están empleando
para su buena labor. En el Escultismo no podemos hacerlo
hasta ese punto; pero sí podemos aprovecharlo para
estimular nuestros propios esfuerzos. Tenemos que
presentar nuestro Escultismo con tan suficiente
atracción que el muchacho llegue a preferirlo a
cualquiera otra que pueda hacerle la
contra.
El fumar y el daño que causa al adolescente; el juego de
azar, con todo el séquito de jaranas que lo acompaña;
los perjuicios del alcohol y de pasar el tiempo con
muchachas; falta de aseo, etc... Todo esto sólo puede
ser corregido por el Jefe de Tropa que conoce el ambiente
a que están acostumbrados sus
mozalbetes.
No se puede corregirlo echando mano a prohibiciones y
castigos, sino substituyendo esos defectos con algo que
sea por lo menos igualmente entretenido, pero cuyos
efectos sean buenos.
El delito juvenil no es por naturaleza innato en el
muchacho, sino que brota del espíritu aventurero que le
es inherente, de su propia torpeza, o de su falta de
disciplina, según la idiosincrasia del individuo.
El mentir natural es otro de los defectos que abundan
entre los muchachos, y, por desgracia, una enfermedad
extendida por todo el mundo. Se encuentra en las tribus
salvajes, particularmente, tanto como en los países
civilizados. Decir la verdad, con la correspondiente
exaltación de un hombre a la categoría de autoridad
fidedigna, realza su carácter y el prestigio de su
patria. Por tanto, nos incumbe hacer todo lo que podamos
para que los muchachos realcen el timbre del honor y sean
veraces entre sí.
El Local de Tropa y el Campamento
El antídoto más eficaz contra un ambiente perjudicial
es naturalmente el cambio de éste por uno benéfico, y
la mejor manera de efectuarlo es recurriendo al local de
Tropa y al campamento de Scouts. Cuando digo local, no
quiero significar un ejercicio semanal de media hora en
un salón de clase que se haya dispuesto para ese objeto
- cosa de que parece se valen a menudo los que tratan con
muchachos - sino un lugar que los mozalbetes puedan
considerar como verdaderamente de su propiedad, sea ese
local un sótano o un desván; algún lugar al que puedan
acudir todas las noches, si fuere necesario, y encontrar
en él trabajo de su agrado y diversión, abundante
variedad de actividades y una atmósfera brillante y
feliz. Con sólo conseguir esto, el Jefe de Tropa habrá
hecho una obra muy buena al proporcionar a sus muchachos
el correcto ambiente, que para algunos de ellos será el
antídoto contra el veneno que de otro modo les iría
emponzoñando la mente y el
carácter.
Luego, el campamento (el cual debe organizarse con tanta
frecuencia como sea posible) es otro antídoto aún más
potente que el del local. La atmósfera limpia y
refrescada por la brisa, sumada a la del compañerismo y
consorcio continuo bajo los toldos, en el campo y
alrededor de la fogata, hace que entre los muchachos se
avive un entusiasmo edificante, y da al Jefe de Tropa una
oportunidad, como ninguna otra, para ganarse la confianza
y simpatía de los
Scouts.
Cómo Atraer al Muchacho
A mí me place comparar al hombre que trata de lograr que
los muchachos caigan bajo buena influencia, con un
pescador aficionado deseoso de triunfar en su
deporte.
Si un pescador ceba su anzuelo con la misma clase de
alimento que a él le gusta, lo más probable es que no
atrape muchos peces, y seguramente menos a los cautos y
grandes. Así pues, tiene que emplear la carnada que
agrade a los peces.
Lo mismo pasa cuando de muchachos se trata; si se intenta
predicarles lo que uno considera edificante, no se
dejarán atrapar. Cualquier cosa que tenga visos de
estricta perfección y santidad, ahuyentará hasta los
más resueltos de entre ellos; y son esos precisamente a
los que hay que atraer. La única manera de pescarlos es
presentándoles algo que realmente los atraiga e
interese. Y estoy convencido de que esto lo tiene el
Escultismo.
Luego ha de ser posible aderezárseles con lo que se crea
conveniente.
Lo que el Jefe de Tropa hace, eso hacen los muchachos.
Los Scouts reflejan a su jefe. De la abnegación y
sacrificio
del Jefe de Tropa, los Scouts aprenden la práctica de
hacer
sacrificios voluntariamente y a rendir servicios a la
patria.
Para poder ganarse la confianza del muchacho, uno debe de
ser su amigo; pero al principio no hay que precipitarse a
establecer esa relación, sino esperar que haya dejado de
ser huraño. EL escritor F. D. How, en su libro sintetiza
el procedimiento correcto para estos casos en la
siguiente anécdota:
"Un hombre, a quien el paseo cotidiano llevó cierta
vez por una calle poco elegante, vio a un pilluelo, de
cara sucia y piernas mal desarrolladas, jugando en la
cuneta con una cáscara de plátano. El hombre le hizo
una inclinación de cabeza... El muchacho se alejó lleno
de temor. Al día siguiente, el hombre volvió a inclinar
la cabeza. El pequeño se había dada cuenta de que no
tenía nada que temer, y le lanzó un salivazo como
respuesta. Al otro día, el rapaz sólo se quedó
mirándolo. Al subsiguiente, exclamó: "¡Ea!"
cuando pasaba el hombre. Andando el tiempo, el chicuelo
correspondió con una sonrisa al saludo que ya estaba
acostumbrándose a recibir. Y por último, el triunfo fue
decisivo, cuando el muchacho estaba esperando en la
esquina, y tomó los dedos del hombre entre sus manitas
sucias. Era aquella una calle sombría; pero al hombre le
pareció desde entonces uno de los lugares más
brillantes que había vista en su vida."
La vida vigoroza al aire libre es la clave del espíritu
del Escultismo
ESCULTISMO
EL ESCULTISMO es un juego de muchachos, dirigido por
elIos mismos, y para el cual los hermanos mayores pueden
proporcionar a los menores un ambiente sano, y animarlos
a entregarse a aquellas actividades saludables que son
conducentes a despertar las virtudes de la
CIUDADANIA.
Su estímulo más fuerte lo da el estudio de la
naturaleza y el de la vida en los bosques. Influye
directamente al individuo y a la Tropa. Levanta las
cualidades intelectuales tanto como las puramente
materiales y morales.
En un principio, el Escultismo se orientaba hacia estos
fines; pero ahora hemos aprendido de la experiencia que,
cuando es bien dirigido, no sólo se orienta hacia ellos,
sino que los
logra.
Tal vez quien mejor ha expuesto los fines y métodos del
Escultismo ha sido James E. Russel, Decano del Colegio de
Maestros, de la Universidad de Columbia de Nueva York,
expresándose como
sigue:
"El programa de los scouts es trabajo de hombres
adaptado a muchachos. Fascina al muchacho, no por ser
éste un muchacho, sino porque está en el estado
formativo de un hombre... El programa del Escultismo no
exige de ningún muchacho lo que un hombre maduro no
puede hacer; pero paso a paso lo substrae del lugar en
que se encuentra hasta trasladarlo al que mejor le
corresponde...
"El plan de estudios del Escultismo no es el factor
más descollante; pero si lo es el método. Como esquema
sistemático de guiar a los muchachos para que hagan lo
que es justo e inculcarles buenos hábitos, se aproxima a
lo ideal. En la práctica, dos cosas sobresalen: la
primera es que los hábitos se fijan, y la segunda es que
proporciona oportunidad para ejercer iniciativa, dominio
de uno mismo, confianza en uno mismo y
autodirección.
"Para el desarrollo de la iniciativa, el Escultismo
no sólo depende de su programa de trabajo para el
muchacho, sino que, de maravilloso modo aprovecha el
engranaje de su administración. El plan administrativo
ofrece una espléndida oportunidad para salirse de
métodos que tienden a incrustarse en el individuo. Esto
se manifiesta tanto en la patrulla como en la Tropa.
Enseña a los muchachos a trabajar en conjunto. Logra
conseguir el esfuerzo cooperativo hacia el fin común, lo
cual en sí es
democrático...
"Al dar aliento a los Scouts para que ejecuten
Buenas Acciones de manera sana y jovial, y no en
espíritu santulón por una recompensa, como primer paso,
y luego para que rindan servicios a la localidad como
objeto de desarrollo puede uno hacer más por ellos que
estimulando su pericia, disciplina o aplicación, pues
aunque así no se les enseña tanto el cómo ganarse la
vida, se les hace saber cómo
vivir."
El Escultismo es Sencillo
Para un extraño, el Escultismo debe parecer, a primera
vista, una cuestión muy complicada, y es probable que
más de algún hombre por ahí pospuso indefinidamente
tratar de llegar a ser Jefe de Tropa, al considerar el
gran número y variedad de cosas que tendría que saber,
según él, para poder adiestrar a los muchachos. Pero no
le parecería tan fiero el león como lo pintan, si
nuestro hombre fijara su atención en los siguientes
puntos:
1. El objetivo del Escultismo es muy
sencillo;
2. El Jefe de Tropa transmite al muchacho el ansia y
deseo de aprender por sí solo, sugiriéndole actividades
que le sean atrayentes, y que desempeñará hasta que la
experiencia le diga que están bien hechas. (Para
sugestiones de esas actividades consúltese la obra
"Escultismo para
muchachos");
3. El Jefe de Tropa trabaja por medio de sus Guías de
Patrulla.
EL OBJETIVO DEL ESCULTlSMO
El propósito de la instrucción o adiestramiento de
scouts es "mejorar la calidad del ciudadano futuro,
particularmente en lo que se refiere al carácter y a la
salud; substituir el Yo por Rendir Servicios; hacer de
los mozalbetes individuos eficientes, moral y
materialmente, con el objeto de que esa eficiencia pueda
ser aprovechada en servicios al prójimo.
La ciudadanía o civismo ha sido definida en pocas
palabras así: "Lealtad activa a la comunidad."
En un país libre es cosa fácil, y nada fuera de lo
común, considerarse uno como buen ciudadano con sólo
acatar las leyes, ser trabajador y expresar opiniones
sobre política, los deportes o actividades de índole
general, y dejando que otros se preocupen del bienestar
nacional. Esto se llama ciudadania pasiva; mas esta clase
de ciudadanía no es suficiente para mantener en alto, en
el mundo, las virtudes de libertad, justicia y honor.
Únicamente la ciudadanía activa puede
conseguirlo.
Las Cuatro Divisiones del Adiestramiento
Scout
Para alcanzar la meta de la instrucción para la
ciudadanía activa, debemos emprender la enseñanza de
las cuatro divisiones que se dan a continuación, las
cuales son indispensables para la formación de buenos
ciudadanos, y que inculcamos de adentro para fuera, en
vez de hacerlo a la inversa:
Carácter. Lo enseñamos por medio del Sisterna de
patrullas, la Ley Scout, historias de Scouts,
conocimiento de la vida en los bosques, la
responsabilidad del Guía de patrulla, juegos en conjunto
y el ingenio que requiere el trabajo del campamento. Esto
incluye el reconocimiento del Creador por Su obra divina,
el aprecio de la belleza en su forma natural, el amor a
las plantas y a los animales que despierta la vida al
aire libre, durante la cual se familiariza uno con ellos.
Salud y Vigor. Mediante juegos, ejercicios, conocimiento
y práctica de Ia higiene personal y régimen
alimenticio.
Artes Manuales y Destreza. De vez en cuando, por medio de
actividades bajo techo, pero más particularmente, por
exploraciones; construcción de puentes; vida de
campamento; expresión de la personalidad en las artes,
todo lo cual tiende a producir trabajadores
eficientes.
Servicio al Prójimo. Llevar a la vida cotidiana la
práctica de la religión ejecutando "buenas
acciones," desde las más pequeñas hasta las de
provecho general.
Para los detalles de estas cuatro divisiones véase la
página 17, y para su descripción, consúltese la
segunda parte de esta obra.
LAS ACTlVIDADES DEL
ESCULTlSMO
Con la palabra "Escultismo" se quiere
significar el trabajo y atributos de los leñadores,
exploradores, cazadores, marinos, aviadores y
colonizadores.
Al transmitir a los muchachos los elementos de esos
personajes, les proporcionamos un sistema de juegos y
prácticas que satisfacen sus deseos e instintos, siendo
ello a la vez de valor
instructivo.
Desde el punto de vista de los muchachos, el Escultismo
los mezcla en bandos fraternales, que son su organismo
natural, ya sea para el juego, la travesura o el ocio;
les da traje y equipo elegantes; les toca la imaginación
y el romanticismo, y los hace entregarse a una vida
activa al aire
libre.
Desde el punto de vista de los padres, estimula en sus
hijos la salud corporal y los desarrolla; les da
energía; les enseña trabajos manuales y les aguza el
ingenio; instila en el mozalbete disciplina,
determinación, hidalguía y patriotismo: en una palabra,
les forja el "carácter", lo más esencial para
que un muchacho se abra camino en la
vida.
ESQUEMA DEL ESCULTISMO (el mencionado como de la pág.
17)
Adiestramiento para la Ciudadanía
1.
CARÁCTER
2. SALUD Y VIGOR
Cualidades que se Mediante
la
Cualidades que
se
Mediante la
busca
fortalecer:
Práctica
de:
busca
fortalecer:
Práctica de:
Cívicas.
Trabajo de patrulla; Salud.
Asumir
responsabilida por la
Probidad;
Deportes en
conjunto
salud propia;
Respeto al derecho Corte de
Honor
Higiene;
de los
demás;
(Consejo de los
Guías
Templanza;
Disciplina;
de
patrullas);
Continencia;
Habilidad para
dirigir;
Acampar.
Responsabilidad.
Morales.
Ley Scout y
Promesa;
Vigor.
Desarrollo físico;
Honor;
Obras y actividades
del
Deportes;
Hidalguía;
Scout;
Natación;
Confianza en uno
Apreciación de
la
Caminatas;
mismo;
naturaleza;
Excursiones
a montaña;
Valor;
Estudio de tradiciones
y
Otras
actividades
Capacidad
para
de historia
natural;
semejantes.
gozar;
Astronomía;
Nobleza de
Bondad para con los
sentimientos
e
animales;
ideas;
Servicio al Prójimo.
Religiosidad;
(Ver abajo).
Devoción;
Respeto a uno
mismo;
Lealtad.
3. ARTES MANUALES Y
DESTREZA
4. SERVICIO AL PRÓJIMO
Cualidades que se Mediante
la
Cualidades que se Mediante la
busca
fortalecer:
práctica
de:
busca
fortalecer:
práctica de:
Destreza técnica. Artes
del Scout;
Altruismo.
Ley Scout y Promesa;
Tareas y expedientes
del
campamento;
Abnegación.
Buenas Acciones;
Inventiva.
Exploración;
Deberes
cívicos.
Primeros Auxilios;
Ingeniosidad.
Premios en la forma de
Patriotismo.
Saber combatir incendios;
insignias por la diversas
clases de artes manuales Servicios a
la patria. Cuerpo de auxilio para
(Especialidades);
casos de accidentes;
Intelectuales.
Aficiones;
Humanitarismo.
Ayudar en hospitales;
Observación.
Estudio de los
Deducción.
bosques;
Servicios a
Dios. Otras
labores en beneficio de
Autoexpresión.
Rastreo.
la colectividad.
El adiestramiento del scout atrae a los muchachos de
todas las clases sociales, ricos y pobres, y aun a los
impedidos, sordomudos y ciegos. Inspira el deseo de
aprender. El principio motriz del Escultismo es estudiar
las ideas del muchacho y animarlo a que se eduque por sí
solo en vez de esperar a recibir
instrucción.
Proporciona un buen comienzo en la instrucción técnica,
concediendo insignias para premiar la pericia en
diferentes clases de aficiones y trabajos manuales,
además de las ya instituidas para Scouts de Primera y
Segunda Clase, que representan los méritos que han hecho
en la natación, exploración, cocina, vida de
campamento, y otras actividades que ponen de relieve su
hombría y habilidad. El objeto que nos guía a ofrecer
tantas insignias en este período elemental es el de
hacer que todos traten de emprender diferentes labores, y
que el ojo vigilante del Jefe de Tropa pueda reconocer
inmediatamente la inclinación particular de cada uno, y
luego inspirarle ánimo, según el caso. Y ése es el
mejor camino que debe tomarse para la expansión del
carácter individual del muchacho, y para encarrilarlo en
la senda de una brillante carrera.
Más aún: estimula la conciencia de responsabilidad del
muchacho, para bien de su propio desarrollo y salud;
confía en su honor, y espera que todos los días haga
una Buena
Acción.
Cuando el propio Jefe de Tropa tiene en sí mismo algo de
muchacho, y logra comprender todas las cosas desde el
punto de vista del muchacho, bien puede, si tiene
imaginación, inventar nuevas actividades, haciéndolas
variar con frecuencia, para satisfacer la sed de novedad
de los mozalbetes. Fijémonos, por ejemplo, en lo que
hacen las empresas teatrales. Si éstas ven que alguna
representación no agrada al público, no insisten en
repetirla, con la esperanza de que a la larga llegue a
gustarles a los espectadores; lo que hacen es retirar la
representación y substituirla por otra de más
interés.
Los muchachos pueden encontrar aventuras hasta en un
charco sucio, y si el Jefe de Tropa es hombre muchacho,
también podrá encontrarlas allí. Para encontrar nuevas
ideas no es necesario incurrir en grandes gastos ni
contar con aparatos, pues muchas veces los mismos
muchachos contribuyen con
sugestiones.
Otra manera eficaz de que se puede valer el Jefe de Tropa
para idear actividades que plazcan a los muchachos es
manteniendo los oídos abiertos y dejar que repose un
poco su cerebro.
Cuando en tiempo de guerra un explorador de infantería
sale a cumplir su consigna por la noche, para averiguar
lo que hace el enemigo, tiene que depender en gran parte
del sentido del oído. Asimismo, cuando un Jefe de Tropa
se encuentra en la obscuridad con respecto a su
conocimiento de la inclinación o carácter de sus
muchachos, puede hacerse bastante luz sabiendo
escuchar.
Oyendo, podrá descubrir lo más profundo del carácter
de cada muchacho y percatarse de la manera en que más
pueda interesársele.
Así, del mismo modo, durante las deliberaciones en el
seno del Consejo de los Guías de patrulla, o alrededor
del fuego de campamento, si uno se impone la tarea de
escuchar y observar, como ocupación especial, se llega a
obtener muchísima más intormación de la fuente de los
mismos muchachos que la que se les puede extraer mediante
la conversación.
Además, cuando se visite a los padres, no hay que llegar
ante ellos con la idea de causarles buena impresión con
respecto al valor que tiene el Escultismo, sino con el
propósito de averiguar sus ideas, con respecto a la
instrucción que debe darse a sus hijos, lo que esperan
del Escultismo, o qué defectos le encuentran.
En general, cuando hay pocas ideas nuevas, debe evitarse
imponer a los Scouts actividades que a uno le parece que
les han de agradar. Se deben averiguar las actividades
que interesan a la mayoría, oyéndola o haciéndole
preguntas, y luego ver hasta qué punto se pueden poner
en práctica, esto es, si son
beneficiosas.
El Escultismo es un juego alegre al aire libre,
en donde muchachos grandes y pequeños
buscan juntos la aventura, como si fueran hermanos,
cosechando salud y felicidad, habilidad y
diligencia.
Cuando una Tropa deja oír el estruendo alegre de sus
carcajadas goza de sus triunfos, y palpita de emoción
anticipando nuevas aventuras, pocos serán los que,
llenos de aburrimiento, la abandonen.o
El Espíritu del Escultismo
El rasgo fundamental es el espíritu del Movimiento, y la
llave que libera este espíritu es el romance misterioso
que encierra la Selva y que se revela en el concierto de
la
Naturaleza.
¿Dónde podrá encontrarse algún muchacho - y si a eso
vamos - un hombre maduro, aun en estos tiempos
materialistas por que atravesamos, que sea sordo al
llamado de la naturaleza y que se substraiga a la
fascinación de un camino real?
Tal vez no se deba ello más que a la obediencia de un
instinto primitivo... pero el hecho es que existe. Con
esa llave puede abrirse una imponente puerta, aunque
sólo sea para dejar entrar una ráfaga de aire libre y
un rayo de sol en las vidas que, de otro modo, irían
marchitándose poco a poco.
Pero generalmente puede hacer mucho
más.
Los héroes indómitos de las selvas, los colonizadores y
exploradores, los que vagan por los mares y los que
surcan los cielos, son como el "Flautista de
Hamelin" para los muchachos. Los seguirían a
cualquier parte donde aquéllos los condujeran; harían
cualquier cosa, siempre que les tocaran la fibra de lo
varonil y del arrojo, las aventuras, las hazañas, la
eficiencia, la destreza y el sacrificio espontáneo en
provecho de los
demás.
En ello hay satisfacción y goce espiritual para el
muchacho.
Observad a ese joven que va por la calle, mirando sin
ver; sus ojos perdidos en el vacío. ¿Se irá forjando
en su mente una epopeya de arriesgadas aventuras en las
praderas o en la vasta extensión de los azarosos mares?
¡Quién sabe! Lo que sí podemos afirmar es que su
imaginación febril le ha transportado a un mundo de
sueños, distante de la prosaica realidad de su
existencia.
¿Habéis leído las historias de Búfalo Bill y las
manadas de bisontes que vagaban por las vastas praderas
occidentales de la América del Norte? ¿Podéis
imaginaros y ver el humo que sale en espirales de las
tiendas de los indios sioux y comanches? Yo he soñado
con ellos durante muchos años.
Las excursiones ofrecen ahora al muchacho la oportunidad
de echarse a la espalda una mochila, a la usanza de los
primeros colonizadores, y sentirse parte activa de los
hombres de las selvas. Puede descubrir y seguir senderos
y rastros, hacer señales, encender fuego, construir su
choza y cocinar su merienda. Puede aplicar su talento y
habilidad manual al arte de explorar y
acampar.
La pandilla constituye su grupo natural de amigos, que
sigue dirigiendo el mismo jefe, en las prácticas del
Escultismo.
Podrá formar parte del conjunto, pero sabe también que
tiene valor como ser
individual.
Las actividades al aire libre le enseñan a conocer los
goces sanos de la vida.
Esto tiene también su lado
espiritual.
La sabiduría de la naturaleza se asimila a pequeños
sorbos durante las caminatas por los bosques, donde el
alma incipiente se expande y busca a su alrededor nuevos
prodigios. Las excursiones constituyen por excelencia la
escuela de la observación y de la práctica que nos
hacen comprender las maravillas de un mundo
portentoso.
Descorren velos a la mente para que ésta aprecie la
belleza que encierra cada día. Muestran al joven de la
ciudad que las estrellas penden en el firmamento, no
sólo adonde apuntan las chimeneas, y que los celajes del
crepúsculo lucen su derroche de matices muy por encima
del techo del salón de cinematógrafo que acostumbra
visitar.
El estudio de la naturaleza revela a la mente del hombre
la perfección con que el Creador armonizó lo
cosmogónico con lo microscópico, y que el sexo y la
reproducción desempeñan un noble papel en la gran obra
de la creación.
El Escultismo eleva el nivel moral del más empedernido
pillete, y le inculca los principios de fe en Dios. Junto
con la obligación que tienen los Scouts de hacer
diariamente una buena acción, forma la base de los
deberes para con Dios y sus semejantes; con su
enseñanza, sus padres o el director espiritual pueden
formar más fácilmente en el muchacho la clase de credo
deseado.
Puede usted muy bien vestir
A un muchacho de vaquero,
De bufón, fraile o
torero,
De siervo y hasta de emir;
Mas no puede
descubrir,
Con el tacto y al momento
De ese joven el
talento,
Con sólo tocarle el manto:
Si es un héroe o es un
santo;
Si es medianía o portento.
Es el espíritu, no la indumentaria superficial, lo que
hace al héroe.
En todo muchacho está latente ese espíritu, pero hay
que descubrirlo y sacarlo a la
luz.
La Promesa Scout que ofrece cumplir bajo su palabra de
honor - hasta donde llega el concepto que de ella tiene -
y la Ley Scout son los puntales de nuestra fuerza
disciplinaria, que rinde sus frutos en casi la totalidad
de los casos. Al muchacho no hay que gobernarlo por medio
de la represión, sino por medio de la acción. La Ley
Scout se considera como guía de sus acciones, no como
barrera contra sus faltas. Se concreta a señalarle la
pauta y lo que se espera de él como scout digno de
merecer la distinción que se le
confiere.
La visión del muchacho vuela sobre
las praderas y los mares. En sus
excursiones, se connaturaliza con el
indio, el explorador y el hombre de las selvas.
SISTEMA DE PATRULLAS
El Sisterna de patrullas es una de las características
esenciales que diferencian al adiestramiento del scout
del de todos los demás organismos similares, y cuando se
aplica debidamente - sin que quepa duda - tiene que
rendir buenos resultados.
La formación de los muchachos en patrullas compuestas de
seis a ocho y su adiestramiento como unidades separadas
bajo la responsabilidad de sus propios jefes, es la clave
para el éxito de una buena tropa.
Las patrullas constituyen siempre la unidad en el
Escultismo, tanto en el trabajo como en el juego, en los
ejercicios y en los deberes.
La práctica de asignar responsabilidades al individuo
para formarle el carácter rinde inapreciables
resultados, los cuales no se dejan esperar en cuanto se
hace responsable al Guía por la buena dirección de su
patrulla. El Guía queda en libertad de disponer en la
forma que prefiera, y desarrollar las cualidades en cada
uno de los muchachos que integran su grupo. Parece una
atribución compleja, pero en la práctica da buenos
frutos.
Después, mediante competencia y emulación entre las
patrullas, el Jefe desarrolla el verdadero espíritu que
debe animar a un scout, puesto que endurece el temple de
los muchachos y les da en general un nivel más alto de
eficiencia.
Cada muchacho que forma parte de la patrulla comprende
que es en sí una unidad responsable y que el honor de su
grupo depende, en cierto grado, de la habilidad con que
él represente su papel.
Consejo de Guías de Patrullas.- Corte de
Honor
El Consejo de Guías de Patrullas y la Corte de Honor son
parte importante del sistema de patrullas. Constituyen un
comité permanente que, bajo la dirección del Jefe de
Tropa resuelve los asuntos de la Tropa, los casos
administrativos y disciplinarios. Inculca en los miembros
que lo forman la dignidad, los ideales de libertad y el
sentido de la responsabilidad y respeto a la autoridad
constituida, y al mismo tiempo, proporciona práctica
individual y colectiva en estos procedimientos tan
valiosos para los muchachos que han de constituir los
ciudadanos del
mañana.
Ha resultado conveniente admitir como miembros de este
Consejo a los Subguías, porque al mismo tiempo que se
aprovecha su ayuda, se les brinda la ocasión de adquirir
práctica en las funciones del mismo. La Corte de Honor
en cambio, se compone solamente de Guías de Patrulla y,
como su nombre lo indica, tiene una misión de carácter
especial, tal como resolver los casos que atañen a la
disciplina y conferir premios y honores.
Valor del Sistema de
Patrullas
Es importante que el Jefe de Tropa conozca los
extraordinarios resultados que puede conseguir mediante
el Sistema de Patrullas. Es la mejor garantía de la
vitalidad y del éxito de la tropa. Ahorra al Jefe de
Tropa gran parte de las pequeñas labores
rutinarias.
Pero ante todo, la Patrulla es la escuela del carácter
del individuo. Ella vigoriza en el Guía de Patrulla el
sentido de responsabilidad y la cualidad de líder.
Impulsa a los muchachos a subordinar su interés personal
en provecho del conjunto, y desarrolla en ellos los
principios de abnegación y dominio de sí mismos, en el
espíritu de mutua cooperación y camaradería.
Más, para obtener los mejores resultados, hay que
depositar verdadera y completa responsabilidad en los
Guías de patrullas, Si sólo se les asigna una
responsabilidad parcial, los resultados serán también
parciales. El principal objeto no es evitar molestias al
Jefe de Tropa sino imponer responsabilidad al muchacho,
porque es el mejor medio para fortalecer su
carácter.
Los mavores progresos se obtienen
de aquellas tropas cuyo mando y
responsabilidad están a cargo de sus
guías de patrulla. Esto es la llave del
éxito en la enseñanza del
Escultismo.
El Jefe de Tropa que desee tener éxito en su misión no
sólo debe estudiar la teoría y los métodos del Sistema
de patrullas, sino poner en práctica las sugestiones que
lee. La importancia estriba en la ejecución de ellas, y
los Guías de patrullas y Scouts sólo pueden adquirir
experiencia mediante la práctica
continua.
Mientras más labores se les encomienden tanto más
darán de sí y fortalecerán su energía y su
carácter.
UNIFORME SCOUT
He dicho a menudo que no me importaba un bledo si el
scout vista uniforme o no, con tal que ponga su corazón
en el trabajo y se ajuste a la Ley Scout. Pero es raro el
scout que no lo use si puede comprarlo. El espíritu del
Escultismo lo impulsa a
lucirlo.
Esta misma regla se aplica a aquellos que dirigen el
desarrollo del Escultismo, es decir: a los Jefes de Tropa
y Comisionados, quienes no están obligados a usar
uniforme cuando no les agrade, pero que en su categoría
de dirigentes tienen que subordinar sus preferencias para
dar el ejemplo a los
demás.
Personalmente, yo me pongo uniforme aunque sólo sea para
inspeccionar a una patrulla, porque tengo la seguridad de
que levanta el espíritu de los muchachos. Eleva su
estimación por sus propios uniformes cuando ven que un
hombre mayor no siente reparo en llevarlo. Su propia
dignidad se vigoriza cuando se dan cuenta de que son
tomados en serio por hombres que consideran importante el
formar parte de su hermandad.
La elegancia del uniforme y la corrección en los
detalles puede parecer asunto trivial, pero tiene su
valor en el desarrollo de la dignidad, y contribuye
inmensamente a la buena reputación del Escultismo entre
los profanos que juzgan por lo que
ven.
Es esencialmente un asunto de ejemplo. Muéstreseme una
Tropa con indumentaria desaliñada, y puedo deducir al
punto que el jefe que la dirige es descuidado en su
persona y porte. Los Jefes de Tropa deben pensar en esto
cuando se pongan el uniforme o se den el último toque de
arrogancia al calarse el sombrero. Recuerden que son los
modelos que copian sus muchachos, y su nitidez en el
vestir se reflejará inmediatamente en
ellos.
LABOR DEL JEFE DE
TROPA
Todos los principios del Escultismo van encaminados hacia
un buen fin. El éxito de su aplicación depende del Jefe
de Tropa y de la forma en que los ponga en práctica. Mi
objeto actual es esforzarme por ayudarlo en este sentido:
primero, mostrándole el propósito del adiestramiento y,
segundo, sugiriéndole los métodos por medio de los
cuales puede llevarlo a
cabo.
Muchos Jefes de Tropa probablemente desearían que les
señalase prolijamente los detalles. Pero esto en
realidad sería imposible, pues lo que puede ser
conveniente para una Tropa en particular o para una clase
de muchachos en determinado lugar, tal vez no dé
resultados buenos con otros que se encuentren sólo a dos
kilómetros de distancla o mucho menos con aquellos que
se encuentran esparcidos por todo el mundo, viviendo bajo
condiciones totalmente diferentes. Sin embargo, se pueden
hacer ciertas sugestiones generales que, al adoptarse,
los Jefes de Tropa puedan juzgar por sí mismos en cuanto
a los detalles que producen mejores resultados.
Pero antes de entrar en pormenores, debo repetir una vez
más: no se amedrenten por la magnitud imaginaria de la
empresa. Eso desaparecerá después que hayan vista su
objeto. En esto debe fijarse la vista y aplicar todos los
medios para conseguirlo.
Como bien lo dice una obra inglesa: "Poco importa
que no realicemos plenamente nuestros ideates, siempre
que éstos sean elevados y nos impulsen hacia la
perfección."
Habrá momentos en que se acumulen tantas dificultades
que al parecer se desvanezcan tocas las brillantes
posibilidades de éxito. Pero consuela pensar que la
magnitud de esas dificultades, que se han mirado a
través del prisma de la exageración, desaparece en
cuanto las abordamos.
PARTE II
DE SCOUT A CIUDADANO
1. CARÁCTER
2. SALUD Y VIGOR
3. ARTES MANUALES Y DESTREZA
4. SERVICI0 AL PRÓJIMO
El Código de Honor del caballero medieval
es el que rige al caballero de hoy.
1. CARÁCTER
"El florecimiento de una nación se debe no tanto a
la potencia de sus armamentos cuanto a la firmeza del
carácter de sus hijos."
"Para el éxito en la vida, el carácter es más
esencial que la erudición."
El carácter es de valor fundamental tanto para una
nación, como para un individuo. Y siendo lo que señala
la carrera de un hombre, hay que desarrollarlo desde una
edad temprana, cuando es todavía un muchacho de mente
perceptivo. El carácter no puede ser imbuido en el
muchacho. Él lo posee en embrión, pero es necesario
hacer que se manifieste para cultivarlo. ¿De qué
manera?
El carácter es generalmente hijo del medio ambiente. Por
ejemplo: tómese dos muchachos, gemelos, si se quiere.
Enséñeseles las mismas lecciones en la escuela, pero
poniéndolos en ambientes diferentes, distintos
compañeros y hogares, fuera de la escuela. Colóquese a
uno bajo el cuidado de una madre bondadosa y alentadora,
entre limpios compañeros de juego, justos y sinceros,
donde se confíe en su honor para el cumplimiento de sus
deberes. Y déjese al otro holgazanear en un hogar sucio,
entre compañeros malhablados, pillos y díscolos.
¿Será posible que éste último crezca con la misma
firmeza de carácter que su
hermano?
Millares de muchachos se pierden diariamente porque se
les deja crecer sin educarles el carácter,
convirtiéndose en despilfarradores, en piltrafas humanas
y en pesadilla y peligro para la
sociedad.
Podrían haberse salvado con sólo haberles proporcionado
ambiente sano en sus primeros años, cuando sus mentes
pasaban por el estado perceptivo. Y hay muchos millares
de otros que no descendieron a tan bajo nivel, (hay
escorias en todas las clases sociales) pero que habrían
sido hombres mucho mejores y más útiles, si a tiempo se
les hubiera cultivado el carácter.
Aquí es donde reside el principal objetivo del
Escultismo: educar, no instruir, pero hay que tener
presente: educar en el sentido de hacer que el muchacho
aprenda por si mismo y de su propia espontaneidad las
cosas que tienden a desarrollar y a templar su
carácter.
La Tropa No Debe Exceder de 32 Scouts
Es preferible que el número de muchachos que compongan
una tropa no pase de treinta y dos. Sugiero esta cifra
porque al adiestrarlos he descubierto que dieciséis es
el mayor número de muchachos que he podido dirigir con
éxito, en la empresa de hacer que revelen y afirmen su
carácter. Concedo a otros mentores doble capacidad que
la mía, y de ahí que duplique el número haciéndolo
llegar a treinta y dos.
He oído a algunos decir que han tenido a su cargo buenas
tropas compuestas de sesenta y hasta de cien muchachos; y
sus jefes me refieren que han resultado ser tan buenas
como los grupos menos numerosos. Me he
"admirado" de eso (pero admiración en el
sentido literal significa "sorpresa") y no les
he
creído.
Me preguntan que ¿para qué preocuparse por el
adiestramlento individual? Pues porque creo que es la
única manera de educar. Se puede instruir a un gran
número de muchachos, hasta un millar a la vez con sólo
poseer una voz estentórea y un método agradable de
disciplina. Pero eso no es adiestramiento y mucho menos
educación.
La educación es lo que cuenta en el desarrollo del
carácter y en la formación de
hombres.
Cuando se infunde en el individuo el incentivo de la
propia perfección, hace brotar en él sus energías
latentes, en la esfera que más acomode a su temperamento
y habilidades.
No se obtiene el más pequeño resultado enseñando la
Ley Scout o imponiéndola como órdenes a un crecido
grupo de muchachos. Cada mente requiere una exposición
especial de sus principios y el estímulo de ambición
para aceptarlos.
Ahí es donde se revela la personalidad y habilidad del
Jefe de Tropa.
En vista de ello consideremos unas pocas cualidades
morales y mentales que contribuyen a formar el carácter;
y después veamos la forma en que el Jefe de Tropa puede
conseguir que el muchacho las desarrolle por sí mismo
mediante la práctica del Escultismo.
Caballerosidad y Probidad
El Código de Honor de los caballeros medioevales fue la
base de las normas de conducta de todos los caballeros
desde 500 años d.C. cuando el Rey Arturo redactó en la
Tabla Redonda el canon de sus caballeros.
El romanticismo de los caballeros atrae a todo muchacho y
estimula su sentido moral. Su Código de Caballerosidad
abarca el honor, autodisciplina, cortesIa, valor,
abnegación en el cumplimiento del deber y
orientación religiosa.
Estas normas, según fueron publicadas en tiempos de
Enrique VlI, son las siguientes:
1. Nunca deberán quitarse sus armaduras, excepto para
dormir;
2. Buscarán la aventura para alcanzar "brillo y
renombre";
3. Defenderán al débil y al
desvalido;
4. En una querella, apoyarán al que tenga la razón y
solicite ayuda;
5. No deberán ofenderse entre
sí;
6. Lucharán por la defensa y bienestar de su
país;
7. Trabajarán por honor antes que por
lucro;
8. No romperán nunca una promesa por ninguna
razón;
9. Se sacrificarán por el honor de su patria;
10. "Preferirán morir con honor a escaparse y vivir
en la infamia."
El ideal de los caballeros y el principio de rectitud en
las acciones son, por sobre todo, lo primero que debe
inculcarse en los muchachos para guiarlos por el limpio
sendero de la justicia que debe formar parte de su
carácter, si es que desean llegar a ser buenos
ciudadanos.
El hábito de ver las cosas desde el punto de vista de
otro puede desarrollarse en los juegos al aire libre,
para los cuales es esencial la imparcialidad. Durante el
juego se observan reglas estrictas que implican dominio
de sí mismo y buen humor de parte de los jugadores y al
fin de la justa, lo correcto es que el victorioso muestre
hidalguía hacia el vencido, y que éste sea el primero
en felicitar al
vencedor.
Esto debe practicarse hasta convertirlo en hábito.
Otra gran ayuda, para fomentar entre los muchachos el
sentido de la justicia, es la práctica de debates sobre
asuntos que les interesen y en los cuales dos bandos
argumenten, lo cual sirve para hacerles comprender que
todo asunto importante tiene dos aspectos, y que no hay
que dejarse llevar por la elocuencia de un orador antes
de haber oído la contraparte, para entonces pesar la
justicia que asiste a ambos litigantes antes de dictar el
fallo.
Una medida práctica para garantizar esto es que la
votación no se haga levantando las manos,
porque los muchachos timoratos o desatentos votan
siguiendo a la mayoría. Cada cual debe entregar su voto
('SÍ' o 'NO') anotado en una hoja de papel. Esto da al
muchacho ocasión de juzgar, con su propio criterio,
después de aquilatar ambos aspectos del asunto.
De la misma manera, los juicios ficticios o el arbitraje
de litigios, si se efectúan seriamente siguiendo las
prácticas de un tribunal auténtico, son de gran valor
para dar a los muchachos la idea de justicia y rectitud
en sus acciones, y también proporcionarles nociones de
su proceder cuando más tarde puedan llegar a ser jurados
o testigos en algún juicio verdadero. La Corte de Honor
de la tropa es otro paso encaminado hacia ese fin y,
teniendo a los muchachos como miembros de ella (una
responsabiIidad real) la seriedad de sus puntos de vista
se arraiga más profundamente en ellos, fomentándoles el
deseo de analizar cuidadosamente la decisión que deben
tomar en un argumento.
Así es cómo, usando su juicio con el fin de enseñar
rectitud, abnegación y sentido de obligación para con
los demás, el Jefe de Tropa puede aprovechar grandes
oportunidades para educar a sus muchachos, ya sea bajo
techo o al aire libre.
A pesar de que sólo la he abordado someramente, creo que
- de todas las materias que nos ocupan - ésta es la más
importante para formar hombres con criterio propio y alto
sentido de ciudadanía.
Disciplina
Para que una nación prospere debe tener disciplina, y
ésta sólo se consigue en las masas disciplinando al
individuo. Con ello quiero significar obediencia a la
autoridad y a los otros dictados del deber.
Esto no puede lograrse con medidas represivas, sino
fomentando y educando al muchacho primero en la
autodisciplina y en el renunciamiento de sus propios
placeres en beneficio de los demás. Esta enseñanza
tiene una gran eficacia mediante el ejemplo, señalando
obligaciones al muchacho y esperando de él que sea digno
de confianza.
El Sistema de Patrullas impone una gran obligación a sus
Jefes haciéndolos responsables de todo lo que sucede
entre los scouts que dirigen.
En 1596, Sir Henry Knyvett hizo ver a la Reina Isabel que
el Estado que descuida la instrucción y disciplina de la
juventud no solamente forma malos soldados y marinos,
sino que produce el mal mucho mayor de que sus ciudadanos
sean igualmente malos en la vida civil, o, según sus
propias palabras: "La falta de una verdad disciplina
hace que las riquezas del Príncipe y del país se
dilapiden frívola y
lamentablemente."
El orden y la disciplina no se consiguen castigando al
niño por un mal hábito, sino proporcionándole una
ocupación mejor que absorba su atención y gradualmente
lo haga olvidar y abandonar la mala
costumbre.
El Jefe de Tropa debe imponer rápida y rígidamente la
disciplina aún en sus mínimos detalles. Déjese a los
muchachos en entera libertad sólo cuando se crea
conveniente darles rienda suelta, lo cual de vez en
cuando es provechoso.
Concepto del Honor
La Ley Scout es la base sobre la cual descansa toda la
educación del Escultismo.
Todas sus cláusulas deben explicarse clara y
detalladamente por medio de sencillas ilustraciones de su
aplicación en la vida diaria.
Y no hay mejor enseñanza que el ejemplo. Si el Jefe de
Tropa se ciñe estrictamente a la Ley Scout en todos sus
actos, los muchachos están prontos a
imitarlo.
Este ejemplo tiene mayor fuerza persuasiva si el Jefe de
Tropa hace la Promesa Scout en la misma forma en que la
hacen los jóvenes que están bajo su
guía.
En el primer artículo de la Ley que es: "El scout
cifra su honor en ser digno de confianza", estriba
el buen comportamiento y disciplina futuros del scout. El
scout debe ser íntegro. Así debe explicárselo
cuidadosamente el Jefe de Tropa - como primer paso -
antes que haga la Promesa.
La investidura del scout se hace adrede con cierta
ceremonia, ya que si un pequeño ritual de esta clase se
lleva a cabo con solemnidad impresiona al muchacho, y
tomando en cuenta la seria importancia de la ocasión, lo
correcto es impresionarle hasta donde sea posible. Es
también muy importante que el scout periódicamente
refresque su conocimiento de la Ley. Los muchachos tienen
la tendencia de ser olvidadizos y no debe permitírseles
que, habiendo hecho la promesa solemne de ajustarse a la
Ley Scout, carezcan de habilidad para decir en cualquier
momento, en qué consiste dicha
Ley.
Cuando el scout haya comprendido lo que se espera de su
honor después de su iniciación, el Jefe de Tropa debe
tener plena confianza en él para encargarle la
ejecución de algunas órdenes. En sus acciones debe
demostrarle que lo considera persona responsable.
Confíesele alguna misión y téngase fe en que la
cumplirá fielmente. No hay que mantenerse en acecho
tratando de averiguar cómo la cumple. Déjesele que lo
haga a su manera. Permítasele que grite y se afane si es
necesario, pero en todo caso hay que dejarlo solo, y
confíese en que hará lo mejor que pueda. La confianza
debe ser la base de toda educación moral.
Imponer responsabilidad es la clave del éxito con los
muchachos, especialmente con los más alborotadores y
díscolos.
El objeto principal del Sistema de Patrullas es
inculcarles sentido de responsabilidad a tantos muchachos
como sea posible, con miras a desarrollar su carácter.
Si el Jefe de Tropa confiere al Guía de patrulla amplia
autoridad, es mucho lo que puede esperar de él, y
dejándole manos libres en el desempeño de su labor
habrá hecho más para fortalecer su carácter que
cualquier estudio escolar al respecto, por intenso que
fuere.
Confianza en Sí Mismo
El muchacho no recibe todo el beneficio del Escultismo
hasta que no obtiene el grado de scout de primera clase.
Las pruebas que debe pasar para obtenerlo fueron ideadas
con la intención de que a quien demuestre suficiente
capacidad para esa categoría se le considere poseedor de
las cualidades básicas necesarias para ser un ciudadano
viril y honrado.
Cuando el muchacho es consciente de que ha pasado sus
días de noviciado, y de que es ya un ser responsable,
con capacidad ejecutiva, digno de la confianza de sus
superiores, adquiere seguridad en sí mismo. Las
ambiciones y las esperanzas comienzan a golpear a las
puertas de su alma.
Entonces se sentirá mejor preparado que antes y dueño
de esa confianza en sí mismo que da esperanza y ánimo,
en momentos difíciles de la lucha por la vida, así como
fuerza espiritual en los empeños para llegar a la meta
de sus aspiraciones.
Los conocimientos de Primeros Auxilios y los medios para
extinguir incendios, el viajar en carromatos y el
construir puentes, son de gran valor para desarrollar la
destreza y aguzar el ingenio, ya que el muchacho, en
cooperación con los demás, es responsable de la parte
que le corresponde en la
obra.
La natación tiene su valor educativo - mental, moral y
físico- porque da confianza del dominio de un elemento y
la de poder salvar vidas, y con ella se desarrollan
también los pulmones y las extremidades.
Cuando el autor de estas líneas adiestraba a la Policía
Sudafricana, acostumbraba enviar a los hombres en parejas
para que llevaran a cabo recorridos de grandes
distancias, de trescientos a quinientos kilómetros, con
el objeto de enseñarlos a defenderse mutuamente y a usar
su inteligencia.
Pero cuando tenía un recluta algo torpe, lo enviaba
solo, sin nadie que lo protegiera, tanto para que se
desempeñara por sí mismo, y buscara los medios de
alimentarse él y a su caballo, como para que, sin
ayuda, rindiera el informe de su expedición. Esta fue la
mejor práctica de todas para imprimir confianza en sí
mismo y avivar su inteligencia; y refleja un principio
que puedo recomendar con toda fe a los Jefes de Tropa
para el adiestramiento de sus
Scouts.
De todas las escuelas, el campamento es, sin duda
ninguna, la mejor para enseñar a los chicos las
cualidades del carácter que se desea inculcarles.
Allí el ambiente es saludable; los muchachos se vuelven
ambiciosos y perspicaces; les rodea todo un mundo
interesante, y el Jefe de Tropa tiene a ésta
constantemente, día y noche, bajo su
dirección.
El Jefe de Tropa tiene en el campamento, según puede
notarse, la mayor oportunidad de observar y conocer
las características individuales de cada scout, para
después encauzarlas en la dirección conveniente a su
desarrollo; y los muchachos a su vez van adquiriendo las
cualidades del carácter inherente a la vida campestre,
en la cual el comprensivo Jefe de Tropa puede
inculcarles, con jovial y bondadosa dirección,
disciplina, habilidad, ingenio, confianza, destreza,
conocimiento de los bosques, manejo de canoas, espíritu
colectivo, los secretos de la naturaleza, etc. Una semana
de esta clase de vida equivale a seis meses de enseñanza
teórica en las aulas por excelente que ésta
sea.
Por lo expuesto anteriormente se aconseja que el Jefe de
Tropa poco experto en ese ramo estudie el arte de acampar
en sus distintos aspectos.
Alegría de
Vivir
¿Por qué se considera el conocimiento de los secretos
de la Naturaleza como actividad fundamental del
Escultismo?
Esta pregunta encierra precisamente la diferencia que
existe entre el sistema de enseñanza de los Scouts y el
de cualquier otro club de muchachos. Y puede contestarse
fácilmente con la siguiente frase: "Deseamos
enseñar a nuestros chicos no solamente la manera de
ganarse la vida, sino también la forma de disfrutarla, o
sea el arte de gozarla en sentido elevado."
El conocimiento de los misterios de la naturaleza, sobre
el cual tal vez he insistido demasiado, es el mejor medio
de despejar la mente de los muchachos, y al mismo tiempo,
si el Jefe de Tropa no descuida este punto, los
preparará para apreciar la belleza de la Creación y por
ende, el arte, lo cual los lleva a gozar de la vida en un
alto plano.
Además de que les muestra el poder del Dios Creador, por
medio de sus obras maravillosas, cuando a esto se junta
la práctica por Él ordenada de hacer el bien a los
demás, constituye la base concreta de la
religión.
Ayude al muchacho a crear confianza en sí mismo,
a que sea ingenioso y se baste a sí sólo, es decir,
que mire de frente a la vida y se labre
su propio porvenir.
Hace algunos años me encontraba en la sala de un amigo
que acababa de morir, y en una mesa, junto a su
abandonada pipa y su tabaquera había un libro de Richard
Jefieries -"Field and Hedgerow"- que tenía
doblada la esquina de una página donde decía lo
siguiente: "El concepto del bien moral no es
completamente satisfactorio. La forma más elevada que
conocemos hasta el presente es el puro renunciamiento: la
práctica del bien no con miras de una recompensa
inmediata o más tarde, ni con el deseo de realizar un
ideal imaginario. ¡Esta es la mejor interpretación que
podemos darle y es tan poco satisfactoria! Se necesita
algo que satisfaga rnás completamente los anhelos del
corazón que cualquier obra de abnegación personal. Debe
ser algo que vaya de acuerdo con la percepción de la
belleza y de un ideal. La virtud personal no basta y yo
no puedo dar una definición del bien ideal; pero me
parece que, en alguna forma, debe ir estrechamente
asociado con la belleza ideal de la Naturaleza."
En otras palabras, se podría decir que la felicidad es
una combinación de íntima convicción y de sentido
común. Y se gozará cuando la conciencia y los sentidos
estén igualmente satisfechos. Si la definición que
hemos citado es la verdadera, la correlativa es por lo
menos igualmente acertada, o sea que la apreciación de
la belleza no produce felicidad a menos que no se tenga
paz de conciencia. De ahí que, si queremos que nuestros
muchachos sean felices en la vida, debemos imbuirles la
costumbre de hacer el bien al prójimo, además de
enseñarles a apreciar las bellezas de la
Naturaleza.
El paso más corto para alcanzar esto último es mediante
el conocimiento del concierto de la
Creación.
La gran mayoría de los muchachos tiene cerrados los ojos
del alma, y al Jefe de Tropa corresponde la dicha de
realizar el milagro de
abrírselos.
Cuando el germen del conocimiento de los bosques ha
entrado en la mente de un muchacho, la observación, la
memoria y la deducción se desarrollan automáticamente,
y entran a formar parte de su carácter, quedando
integrados en él, no importa cual sea la senda que siga
en la
vida.
A medida que se presentan las maravillas de la naturaleza
a la mente joven, puede también mostrársele la belleza
que encierra para que la vaya comprendiendo gradualmente.
Cuando en la mente se ha dado cabida a la apreciación de
la belleza, ésta crece simultáneamente con la
observación, y lleva alegría y optimismo al corazón
aún en el ambiente más
árido.
Haciendo nuevamente otra digresión... un día crudo,
nebuloso y obscuro, en la grande y lóbrega estación de
Birmingham, en Inglaterra,... nos vimos arrastrados por
una multitud de tiznados trabajadores y militares en
viaje. Más, a pesar de ello, empecé a mirar con
atención a mi alrededor, mientras trataba de caminar.
Luego proseguí; me detuve; volví a mirar, y reanudé la
marcha, hasta que recogí una imagen completa de todo
cuanto me rodeaba. No creo que mis compañeros lo
notaron, pero yo sí observé en aquella sombría cueva
un rayo de luz que puso optimismo en mis actividades de
ese día; y no fue más que una enfermera de uniforme
carmelita, con una gloriosa cabellera roja, llevando en
sus brazos un gran ramo de crisantemos. Quizá para
ustedes esto no habría constituido nada extraordinario,
pero no para aquellos que tienen ojos para ver esas notas
de luz que se presentan hasta en el ambiente más
depresivo.
Es muy común la idea de que los niños no pueden
apreciar la belleza y la poesía; pero recuerdo cierta
vez que se mostraba a un grupo de muchachos la pintura de
una tormenta, acerca de la cual Ruskin había dicho que
en esa escena de desolación, sólo había un signo de
paz y de belleza. Uno de ellos señaló inmediatamente un
rincón de plácido cielo azul que dejaba libre la
cubierta de plomizos nubarrones.
La poesía los atrae también en forma que es difícil
apreciar. Cuando el sentido de la belleza empieza a
embargarlos, su mente parece que ansía expresarse en
forma diferente a la prosa
diaria.
En la prosa puede hallarse poesía de la mejor calidad,
algunas veces; pero generalmente la belleza poética se
asocia con el ritmo y la rima. Por tanto, ésta (la rima)
es lo que incita el mayor esfuerzo de los jóvenes
aspirantes a poetas. Y la experiencia ya les habrá dicho
a ustedes que, cuanto más alienten a los vates en
ciernes por el camino de la poesía, mayor será el
número de versos ramplones que les darán a leer.
Alejen de esa senda, si pueden, a los que carezcan de
talento y los dones indispensables. En el mundo es ya
demasiado crecido el número de
poetastros.
Amplitud de Miras: Respeto a la
Religión
La amplitud de miras empieza naturalmente con el respeto
a Dios, que mejor podemos designar con el nombre de
"Veneración."
La veneración a Dios y el respeto a nuestro prójimo y a
nosotros mismos, como siervos de Dios, es la base de toda
forma de religión. La manera de expresar esta
veneración a Dios varía según las sectas y creencias.
La que adopta el muchacho depende, como regla, de la
voluntad de sus padres. Ellos son los que lo deciden, y a
nosotros nos corresponde respetar sus deseos y secundar
sus esfuerzos para inculcar la veneración en el niño,
sea cual fuera la fe que
profese.
Puede que haya muchas dificultades relacionadas con la
definición de la instrucción religiosa que abarca
nuestro Movimiento, dada la gran variedad de sectas
existentes; y los detalles de la expresión de los
deberes para con Dios deben, por lo tanto, dejarse en su
mayor parte en manos del director espiritual. Pero no hay
dificultad alguna en sugerir la línea que deba seguirse
en el sentido humano, ya que los deberes directos para
con nuestro prójimo los comprenden casi todos los
cultos .
"Aunque el muchacho solo muestre un rostro rebosante
de alegría en la calle, ya es bastante. Levanta el
espíritu
de gran número de loa que encuentra en su camino.
Vale la pena tratar de conseguir que lleve ese aspecto
alentador, como paso a una felicidad mayor."
La actitud del Escultismo en lo tocante a religión,
aprobada en nuestro Consejo por los jefes de las
diferentes sectas y creencias, es como sigue:
"(a) Todo scout debe pertenecer a alguna secta
religiosa, y asistir a los actos o servicios que ella
prescribe.
"(b) Cuando la Tropa se compone de creyentes de una
religión determinada, es de esperarse que el Jefe de
Tropa se ajuste a las prácticas y enseñanza de dicha
religión, en la forma que crea más
conveniente, de acuerdo con el capellán o autoridades
religiosas correspondientes.
"(c) Si la Tropa está formada de adictos a credos
religiosos distintos, se le debe inducir a cada muchacho
a concurrir a los servicios y prácticas de su religión
respectiva, y en el campamento se puede establecer la
costumbre de decir diariamente una especie de plegaria, y
celebrar un servicio semanal de carácter sencillo, al
cual asistan
voluntariamente."
El Jefe de Tropa no puede ir muy desacertado si toma
estas normas como guía. Estoy plenamente convencido de
que hay más de una manera de inculcar la veneración. La
elección de una de ellas depende de las circunstancias y
del carácter individual del muchacho. La clase de
instrucción que convenga a uno puede que no surta los
mismos efectos en otro, y queda al instructor, ya sea el
Jefe de Tropa o el capellán, la elección de la más
apropiada.
Hablando desde el punto de vista de la gran experiencia
personal que he tenido con algunos millares de jóvenes
que han estado a mi cuidado, he llegado a la conclusión
de que las convicciones religiosas han guiado muy poco
las acciones de la mayoría de nuestros hombres.
Esto puede atribuirse hasta cierto punto al hecho de que
a menudo se ha empleado la instrucción en lugar de la
educación en la preparación religiosa del
niño.
La religión se inspira, no se enseña. No es una
indumentaria dominguera, sino una parte integrante del
carácter del muchacho y del temple de su espíritu. Es
asunto personal, de pura e íntima convicción, y no
resultado de la enseñanza objetiva.
Por eso, a veces, los mejores alumnos de las clases
dominicales de doctrina o lectura de los libros sagrados,
aferrándose demasiado a la letra del texto, pierden la
idea fundamental, y se convierten en fanáticos
intransigentes; mientras los que forman la mayoría, que
en el fondo nunca están entusiasmados con este estudio,
tan pronto como abandonan las aulas caen en la
indiferencia y la irreligión, quedando sin orientación
espiritual en ese período dificultoso de la vida que
transcurre entre los dieciséis y los veinticuatro años
de edad.
No a todo hombre le es dado llegar a ser buen profesor de
religión y a menudo los más celosos son los que más
fracasan, siendo lo peor que no se den cuenta de
ello.
Afortunadamente, contamos entre los Jefes de Tropa con un
crecido número de hombres competentes en este ramo. Pero
tal vez hay muchos que duden de su influencia, y en ese
caso es preferible que busquen un capellán o un
instructor experimentado para su Tropa;
No obstante, el Jefe de Tropa puede prestar una inmensa
cooperación al director espiritual, de igual manera que
lo hace con el maestro de escuela, inculcando a sus
muchachos, en el campo y en el local de reuniones, la
aplicación práctica de lo que en teoría han estado
aprendiendo en la escuela.
En una Tropa formada de Scouts pertenecientes a una misma
religión, hay por lo general un capellán de tropa, a
quien el Jefe de ésta debe consultar todos los asuntos
que atañen a la instrucción
religiosa.
Como parte de esa preparación, es conveniente establecer
un servicio o una clase especial. Esto consiste en una
reunión celebrada con el objeto de rendir culto a Dios y
de fomentar el fiel cumplimiento de la Promesa y Ley
Scout; pero como complemento, y no como substituto de las
prácticas religiosas regulares.
Pero muchas de nuestras tropas están integradas por
niños de diferentes creencias. Cuando esto ocurre, cada
muchacho debe ser enviado donde su clérigo o pastor
correspondiente para que reciba la instrucción de la fe
que
profesa.
Otras tropas, formadas en barrios bajos y en regiones
menos adelantadas, cuentan con niños que no han tenido
prácticamente ninguna clase de religión, y para quienes
sus padres han sido de poca o ninguna ayuda en este
sentido. Tales chicos requieren sistemas y métodos de
enseñanza distintos de los que se emplean con muchachos
que han tenido buena preparación religiosa.
Aquí es donde nuevamente el Escultismo es muy práctico
para ayudar al instructor; y ya ha brindado excelentes
resultados.
Presta su ayuda mediante las siguientes
prácticas:
a) Ejemplos personales del Jefe de Tropa;
b) Estudio de la Naturaleza;
c) Buenas acciones;
d) Retención del muchacho de más edad.
a) Ejemplo Personal: No hay duda alguna de que, ante los
ojos de los muchachos, son las acciones de un hombre las
que cuentan y no sus palabras.
De ahí que sobre los hombros del Jefe de Tropa pese la
gran responsabilidad de actuar correctamente, y de
dejarse ver mientras lo hace, pero cuidando de no hacer
de ello un
alarde.
Aquí es donde una actitud de hermano mayor, antes que de
profesor, tiene más fuerza convincente para los
niños.
b) Estudio de la Naturaleza: Grandes enseñanzas se
derivan de la observación de la Naturaleza. En la vida
de un pájaro, por ejemplo, el nacimiento de sus plumas
de igual forma y color que las de los de su misma especie
que viven a millares de kilómetros de distancia, las
migraciones, la forma igual de tejer sus nidos, el color
de sus huevos, el desarrollo del polluelo, el cuidado de
la madre, la alimentación y la facultad de volar; todo
se realiza sin la intervención del hombre; sólo
obedeciendo a las leyes del Creador, y constituye una
lección inapreciable para los muchachos.
Asimismo, Las plantas de todas clases, con sus flores,
cortezas, follaje y frutos; los animales, sus especies,
sus hábitos; las estrellas en el firmamento, con sus
lugares señalados y sus órbitas fijas en el espacio,
nos dan la primera concepción del infinito y de la
inmensa obra del Creador, en la cual el hombre no es más
que una ínfima parte. Todo esto tiene gran fascinación
para la juventud; atrae su curiosidad, su poder de
observación, y la conduce directamente a reconocer la
mano de Dios en las maravillas del Universo, con sólo
que haya una persona que se las muestre.
Lo que a mí más me asombra es cómo algunos profesores
han descuidado este fácil e infalible método educativo,
y en cambio se han aferrado a la instrucción bíblica
como primer paso para conseguir que el espíritu inquieto
del muchacho se oriente hacia conceptos más
elevados.
c) Buenas Acciones: Si el Jefe de Tropa estimula un poco
a los muchachos a que hagan diariamente una buena
acción, la práctica pronto se vuelve un hábito en
ellos, y es el mejor paso hacia la formación de un
cristiano práctico y no teórico. El niño se inclina
naturalmente hacia el bien si ve que hay una forma
práctica de hacerlo; y el precepto de la buena acción
diaria le brinda la oportunidad para desarrollar y
manifestar el instinto de la bondad, hacienda brotar en
él el espíritu de caridad cristiana hacia el
prójimo.
La expresión de esa tendencia hacia el bien es más
efectiva, más espontánea, en el muchacho, y está más
de acuerdo con los métodos del Escultismo que la
aceptación pasiva de los preceptos
didácticos.
d) Retención del Muchacho de más Edad: Tan pronto como
un muchacho empieza a adquirir nociones generales y el
dominio de las cuatro reglas, se le lanza al mundo,
creyéndose que lleva el suficiente bagaje para que se
labre honradamente su porvenir como buen ciudadano.
Cuando deja la escuela primaria, tiene generalmente la
oportunidad de ingresar en otras instituciones docentes a
las cuales puede asistir después de sus horas regulares
de trabajo, si así lo desea o si sus padres lo instan.
Los mejores muchachos lo hacen así y adquieren
finalmente una buena cultura.
¿Pero cuál será la suerte del muchacho de medianos
alcances o de malas inclinaciones? Se le deja desviarse
de la buena senda en el preciso período de su vida en
que lo que más necesita es continuar y terminar los
estudios emprendidos, y en el momento justo en que pasa
material, mental y moralmente a lo que va a ser durante
el resto de la vida.
Aquí es donde el Movimiento del Escultismo puede hacer
mucho por el adolescente, y para cooperar en su
importante misión es que estamos haciendo todo lo
posible por organizar Rover Scouts o scouts mayores con
el fin de retener al jovenzuelo, conservando nuestro
contacto con él, para inspirarle los más elevados
ideales durante el período de su vida en que
vacila en elegir entre el bien y el
mal.
Respeto a Sí Mismo
Entre las formas de respeto que deben fomentarse en el
muchacho no hay que omitir una muy importante: el respeto
a sí mismo, o sea la dignidad personal en su aspecto
más elevado.
Esto también puede inculcársele mediante el estudio de
la naturaleza, como paso inicial. Puede estudiarse la
anatomía de plantas, aves y mariscos, mostrando la
perfección de la obra del Creador. De manera similar el
niño puede estudiar su propia anatomía: el esqueleto,
los músculos, nervios y tendones; la circulación de la
sangre, la respiración, el cerebro, centro regulador de
las acciones; todo ello repetido hasta en su más mínimo
detalle en millones de seres y sin embargo diferente en
todos, como las facciones y huellas digitales.
Despiértese en el niño la idea de que se le ha dada un
cuerpo constituido maravillosamente para que lo
desarrolle como templo y obra exclusiva de Dios; y que
ese cuerpo es materialmente capacitado para efectuar
buenas obras y acciones, si se le guía con el recto
sentido del deber y la caballerosidad, es decir, con una
alta finalidad moral.
Esto es lo que engendra el respeto a sí
mismo
Por supuesto que esta norma de conducta no debe
predicársele abandonándola después para que
fructifique por si sola. El Jefe de Tropa debe infundirla
durante todo el tiempo que el chico pasa bajo su guía. Y
una forma especial de fomentarla es asignándole
responsabilidad, confiando en él como en un ser
honorable que cumple con sus deberes a conciencia, y
tratándolo con respeto y consideración, pero sin
despertarle la
vanidad.
Lealtad
Además del respeto a Dios y al prójimo, la lealtad para
con la patria ocupa un lugar preponderante, y es factor
importantísimo para mantener en los hombres bien
equilibrados sus miras y puntos de vista. Las
manifestaciones de esa lealtad, como el saludo a la
bandera, el ponerse de pie cuando se toca el himno
nacional, etc., ayudan a promoverla, pero lo esencial es
desarrollar el verdadero espíritu que mueve tales
demostraciones
El estímulo de la lealtad para consigo mismo, o sea
acatando el buen dictado de la conciencia, es un gran
paso para desarrollar en el muchacho el aplomo y el
conocimiento de sí mismo. La lealtad para con los demás
se expresa con hechos y no sólo con palabras. Los
servicios al prójimo y el sacrificio personal envuelven
necesariamente la idea de estar listos a empuñar las
armas para defender a la patria en caso de agresión
extranjera, lo cual es el deber de todo buen ciudadano.
Pero esto no implica que el muchacho desarrollo un
espíritu sanguinario y agresivo, ni que necesite
adiestramiento en los deberes militares o ideas bélicas.
Esto se deja para cuando tenga la suficiente madurez de
juzgar con su propio
criterio.
Interésese al muchacho en el ejercicio constante de su
cuerpo.
2. SALUD Y VIGOR
Es obvio que la salud y el vigor son de un valor
incalculable cuando se trata de seguir una carrera
profesional y de gozar sanamente de la vida.
En materia de enseñanza pueden considerarse más
importantes que la "instrucción por medio de
textos" y casi tan valiosos como el
"Carácter."
En las prácticas del Escultismo, nosotros podemos dar a
los muchachos alguna instrucción sobre la salud e
higiene personal que son tan esenciales para que lIeguen
a ser ciudadanos eficientes.
Nuestra tarea será hacer que se inclinen a la práctica
de los deportes, y la de enseñarles que, antes de
dedicarse sin peligro a ejercicios agotadores, deben
primero desarrollar un cuerpo sano. Esto se consigue con
alimentación sencilla y adecuada, con el cuidado
higiénico de su persona en materia de limpieza,
respiración por la nariz, descanso, vestido apropiado,
hábitos regulados, continencia, etc. Debemos evitar que
se vuelvan melindrosos y piensen que son propensos a
contraer enfermedades, etc. Antes bien, se les hará
comprender que deben mantenerse en buen estado de salud
para los deportes, como fin que persigue la educación
física..
Con sólo media hora a la semana de reuniones ordinarias
de las tropas de Scouts no nos es posible darles
educación física formal, pero lo que se puede es hacer
al niño RESPONSABLE PERSONALMENTE DE SU PROPIA SALUD,
indicándole la forma de conservarla y de mantenerse
sano. También podemos enseñarle unos pocos ejercicios
que le ayuden a desarrollar su vigor si se practican
adecuadamente, y podemos interesarle en las actividades
al aire libre y en los juegos que no sólo le
proporcionen esparcimiento sino también la forma
práctica de adquirir salud, vigor y seguridad para la
vida. La salud del cuerpo promueve la salud de la mente;
y en este punto se eslabonan la educación del carácter
y la educación física.
Consérvese Sano
Las estadísticas nos muestran la existencia de un gran
número de individuos que no gozan de buena salud; y que
con un poco de cuidado y atención podrían haber sido
personas sanas y útiles a la sociedad. Algunos informes
sanitarios escolares nos han demostrado que uno de cada
cinco alumnos adolece de algún defecto que le impide
desempeñarse con eficiencia durante el resto de su vida:
defecto - entiéndase bien - que pudo haber sido
corregido.
Estos datos son inmensamente importantes, y señalan de
inmediato la necesidad y el remedio. Si se instruye al
niño a su debido tiempo podrían salvarse millares
anualmente, convirtiéndolos en ciudadanos vigorosos y
capaces, evitando que durante el resto de sus días
arrastren una vida miserable y solamente útil a
medias.
Esto tiene trascendencia tanto para el individuo como
para la nación entera.
Mucho se ha dicho sobre la cultura física y el
desarrollo de las generaciones futuras sobre bases mucho
más generales, y hacia este fin tienden los grandes
esfuerzos de nuestra
labor.
Pero quiero advertir a los Jefes de Tropas que no dejen
que este impulso los guíe por la senda
equivocada.
En el cuadro que aparece en la página 17 se puede ver
cómo y por qué el Carácter y la Salud Física son los
principales objetivos del Escultismo, y también se ven
allí los medios de que nos valemos para
lograrlos.
Pero no hay que olvidar que la salud no tiene
necesariamente que ser el resultado de los ejercicios
físicos.
El adiestramiento físico que se da al ejército ha sido
cuidadosamente estudiado y es excelente para el
propósito que persigue. Está destinado a desarrollar el
sistema muscular del individuo; y los soldados mejoran
tremendamente su constitución física bajo esta intensa
forma de preparación.
Pero a menudo es artificial, y lleva por objeto la
adquisición del desarrollo que no se obtuvo en forma
natural.
Los ejercicios violentos no son naturales. El guerrero
Zulú, aunque es un espléndido ejemplar de la raza
humana, desconoce por completo la gimnasia sueca. Y el
muchacho corriente, que ha jugado fútbol y se ha
mantenido en buenas condiciones físicas mediante
ejercicios practicados de vez en cuando, tampoco tiene
que recurrir a los ejercicios violentos para continuar su
desarrollo
armónico.
Son los juegos al aire libre, las caminatas, la vida bajo
tiendas de campaña y la alimentación sana, en
combinación con el adecuado descanso, lo que lleva al
cuerpo la salud y el vigor, en forma natural y no de
manera artificial y
efímera.
No hay quien no convenga en esto. Es simple en teoría,
aunque en la práctica se presentan algunas dificultades
que hay que vencer.
Los muchachos de la ciudad o los que trabajan todo el
día en las fábricas no tienen la oportunidad de salir
al aire libre a practicar sus juegos, y naturalmente
deberían aprovecharla los que trabajan a campo raso y
los niños de los campos; pero es el caso que un muchacho
campesino raras veces conoce un juego y ¡ni siquiera
sabe cómo correr! Es desconcertante ver cuán pocos
muchachos pueden hacerlo.
El paso elástico y natural se adquiere solamente con la
práctica de las carreras. Sin este ejercicio, el pobre
muchacho desarrolla el andar lento y pesado del campesino
o el paso desigual y arrastrado del habitante de las
ciudades. ¡Y cuánto carácter se revela en el porte
airoso de un hombre!
Juegos Organizados
Uno de los objetivos del Escultismo es organizar equipos
deportivos y juegos que además de mejorar la salud
fortalezcan el carácter del muchacho. Estos deportes
deben ser interesantes y despertar el espíritu de
competencia. Mediante su práctica pueden inculcarse en
los muchachos nociones de hombría, respeto a las reglas,
disciplina, dominio de sí mismo, determinación,
fortaleza de ánimo, don de mando y desapasionamiento en
el desarrollo del
juego.
Como ejemplos de estos juegos y ejercicios podemos
mencionar: las ascensiones de toda clase (de escaleras,
cuerdas, árboles, rocas, etc.), competencia de marcha
sobre tablones, carrera de obstáculos, vista rápida,
prácticas con la pelota, boxeo, lucha grecorromana,
natación, caminatas, saltos, carrera de relevos, lucha
de gallos, danzas regionales, cánticos, canciones
coordinadas con la acción, etc. Estas y muchas otras
actividades ofrecen un amplio y variado programa de
competencias y torneos, entre las patrullas, que un Jefe
de Tropa con sentido de observación puede aplicar en
sucesión, para desarrollar determinadas partes del
cuerpo.
Los activos juegos del Escultismo, son a mi entender la
mejor forma de educación física, porque muchos de ellos
envuelven también educación moral, y además no
implican gastos, porque no requieren patios de recreo
bien cuidados, ni aparatos, etc.
Es muy importante reglamentar los juegos y competencias
hasta donde sea posible, para que tomen parte todos los
Scouts; porque el objeto no es sacar de entre ellos sólo
algunos campeones, descuidando el desarrollo físico de
los demás. Todos deben practicar y alcanzar algún grado
de perfección. Los juegos deben organizarse
especialmente como encuentros entre equipos que formen
las patrullas. En las competencias donde toman parte
muchos concursantes se dirimirán los empates sólo entre
los que tengan puntuación más baja, a la inversa de la
costumbre de hacerlo entre los vencedores, con el objeto
de determinar cuál es el inferior y no cuál es el
mejor. El muchacho trata con tanto afán de no ser el
último como lo hace por obtener el primer lugar para
ganarse un premio. Esta forma de concursos es muy
provechosa, porque proporciona más práctica a los
retrasados.
Por medio del Escultismo podemos enseñar a todo
muchacho, ya sea de la ciudad o del campo, la manera de
llegar a ser participante de los juegos y con ello a
gozar de la vida fortaleciendo al mismo tiempo su fibra
física y su temple moral.
Gimnasia
La gimnasia constituye una forma intensa de actividad
para lograr el desarrollo del cuerpo, cuando no hay
suficiente oportunidad de practicar los juegos, y bien
puede emplearse como complemento de éstos siempre
que:
1. No se hagan ejercicios simplemente como mecánicos
movimientos calisténicos, sino como algo que todo
muchacho comprenda bien, y desee practicar
espontáneamente, consciente del beneficio que le
reporta;
2. El instructor tenga algún conocimiento de anatomía,
y comprenda el perjuicio que algunos movimientos pueden
ocasionar al cuerpo en formación.
Los seis ejercicios corporales que se mencionan en el
'Escultismo para Muchachos' pueden ser enseñados, sin
peligro para el niño, por un Jefe de Tropa que no sea
experto en anatomía. Estos ejercicios no deben
convertirse en actividades rutinarias de las reuniones,
sino que cada scout, después de aprenderlos, debe
practicarlos en su casa durante sus horas
libres.
Debemos hacer todo lo posible para que el chico se
interese en el ejercicio constante de su cuerpo y
practique con ánimo y tesón las pruebas difíciles
hasta que logre ejecutarlas a
perfección.
Una buena idea, por ejemplo, es que cada una de las
tropas adopte algún sistema particular de ejercicios
sencillos, como saltos de altura o de longitud, etc., en
forma tal que, luego, todos los muchachos,
individualmente, puedan desarrollar su destreza, y
adquirir por si mismos un grado más alto de
perfección.
También se verá que los grupos uniformados despiertan
considerable entusiasmo en los muchachos; y el de
cualquier deporte promueve compañerismo en los atletas
participantes, e incidentalmente exige cambios de ropa,
tanto antes como después de los juegos, lo cual, a su
vez, trae como consecuencia la higiene y el hábito del
aseo.
En esa forma, el muchacho desarrolla muy pronto un
marcado interés personal en el mantenimiento de su
propia destreza. Y ese interés puede aprovecharse como
cimiento para una instrucción valiosa en hábitos de
pulcritud, alimentación adecuada, higiene, continencia,
templanza, sobriedad, etc. Todo esto, en conjunto, es lo
que se llama educación
física.
Ejercicios
Muchas personas recomiendan enfáticamente un ejercicio
sistemático y la rigurosidad militar como el método
más adecuado para conseguir el desarrollo físico de la
juventud. Personalmente, tengo mucha experiencia en eso,
y opino que si se obliga a una persona joven a hacer
ejercicio, por una hora semanalmente, con el propósito
de conseguir su fortalecimiento físico, los resultados
dejarán mucho que desear.
El entrenamiento a que se somete a un soldado, día tras
día, durante meses y meses, indudablemente produce un
desarrollo físico admirable. Pero, los instructores
militares, que son peritos eficientes, tienen a los
reclutas constantemente bajo su vigilancia, sujetos a una
estricta disciplina; y a pesar de ello, esos instructores
expertos cometen errores, de vez en cuando: las
afecciones cardíacas y otras dolencias provienen
frecuentemente de tales métodos, hasta en hombres
fuertes que han entrado ya en la plenitud de la
vida.
Más aún, el ejercicio en esa forma pertenece a la
categoría de la instrucción. Es algo que tiene todo el
aspecto de lo compulsivo y rigurosamente doctrinario. En
ninguna forma debe considerarse como procedimiento
educativo bajo el cual los muchachos puedan aprender por
sí solos, enseñándose a sí mismos.
Tratándose de los Scouts, yo he indicado con frecuencia
que esa clase de adiestramiento no debe emplearse mucho.
Fuera de las objeciones que algunos padres de familia
expresan con respecto al militarismo, dicho sistema nos
desagrada por otros motivos, además de los mencionados.
Uno de ellos es que un director deficiente no puede
interpretar el propósito fundamental del Escultismo (es
decir, el desarrollo espontáneo del individuo) y
careciendo de originalidad para enseñarlo, aunque lo
interpretase, recurre al ejercicio rutinario de la
milicia, como medida fácil con que se le hace posible
dar a sus muchachos alguna forma de buena presencia
superficial, para que produzcan buena impresión en
cualquier
desfile.
Pero también hay Jefes de Tropa que se dejan llevar
demasiado lejos hacia el extremo contrario, y permiten
que sus muchachos incurran en el error de presentarse
desaliñados en todas partes, como si carecieran de
disciplina en absoluto, la cual es peor que lo antedicho.
Lo apropiado es adoptar un término medio, es decir:
darles instrucción suficiente para mostrarles cuál debe
ser su conducta, e inspirarles un compañerismo sincero
que los estimule a enaltecerse, y a conducirse como
hombres que saben mantener en alto el prestigio de su
tropa. Para conseguir esto, será necesario el ejercicio
sistemático a intervalos, pero en una forma que no
menoscabe la clase de adiestramiento que se considera
más apropiado para Scouts.
Todo el ejercicio que se requiere para que nuestros
muchachos tomen la actitud debida, y conseguir que
adopten el porte varonil, puede limitarse a varios
minutos de gimnasia silenciosa o algún juego sencillo,
al principio de cada reunión. Nosotros no queremos que
se descuiden los ejercicios por completo; pero nos parece
oportuno manifestar que lo preferible sería un simulacro
en maniobras de bomberos, la construcción de puentes o
algo parecido. Esto requiere destreza, actividad y
disciplina; pero lo importante es el hecho de que cada
uno de los muchachos tiene que usar su propia
inteligencia, en la parte del trabajo que le corresponde,
para conseguir el éxito completo de todo el grupo.
Además, la competencia interesa mucho a los muchachos,
así como a las personas que los observan en sus labores;
y por último, esa forma de cooperación fomenta el
entusiasmo y la equidad.
Es muy esencial que los muchachos derrotados en un juego
nunca muestren resentimiento, y que se abstengan de
acusar al adversario de injusticia en su proceder o sus
decisiones. No importa cual sea su decepción en la
derrota, deben manifestar con nobleza el reconocimiento
de la superioridad del contrincante. Así pondrán de
relieve su concepto de la disciplina y del dominio sobre
si mismos, lo cual promueve sentimientos elevados que se
necesitan tanto para el exterminio de los
prejuicios.
Y en cuanto a otros aspectos, yo recuerdo cierto
regimiento magnífico cuyos reclutas habían recibido muy
poca instrucción. Después que se les indicó la forma
en que debían portarse, se les dijo que cuando ese
comportamiento se convirtiera en hábito, se les
permitiría disfrutar de sus diversiones, y se les
consideraría como verdaderos soldados. Es decir, la
tarea de adiestrarse se les confió a ellos mismos, en
lugar de recurrir a varios meses de tedioso ejercicio
para inculcarles el comportamiento militar. Y aquellos
hombres entrenáronse a sí mismos y unos a otros, con
tanto éxito que consiguieron salir de la categoría de
reclutas en menos de la mitad del tiempo requerido
generalmente.
Hágase que el muchacho comprenda que
es un ser consciente y por ello responsable del
cuidado de su cuerpo y salud, y que es parte de
sus deberes para con Dios desarrollar ese cuerpo
de la mejor manera posible
Ahí tenemos otro ejemplo de la diferencia entre
instrucción y educación. Ese admirable resultado se
obtuvo inspirando ambición en los individuos, y
concediéndoles toda la responsabilidad. Y ésa es,
exactamente la forma en que, según mi humilde opinión,
puede lograrse con la mayor facilidad el desarrollo
físico y mental de la juventud. Pero recordando siempre
que los deportes, el aire libre, una alimentación
nutritiva y el descanso adecuado contribuyen mucho más
al desarrollo normal del organismo humano que todos los
ejercicios militares y gimnasia imaginables.
Al Aire Libre
El oxígeno produce fuerzas. En cierta ocasión, yo tuve
la oportunidad de observar un grupo de scouts haciendo
ejercicio dentro de su propio local. Fue realmente un
espectáculo alentador e interesante. Pero el ambiente no
tenia nada de alentador. El aire que se respiraba en el
recinto no era precisamente perjudicial; pero, en
realidad, carecía de frescura edificante. La
ventilación era defectuosa; y aunque los muchachos
actuaban con la precisión de máquinas perfectas, el
aire desvirtuaba el beneficio de su labor, en vez de
fortalecer su sangre con oxigeno
estimulante.
La mitad de los buenos resultados provenientes del
ejercicio físico depende del aire puro, que puede
inhalarse ventajosamente a través de la piel, así como
por las fosas nasales, cuando hay la oportunidad
adecuada. En otras palabras, eI secreto del éxito está
en el aire del campo y el propósito fundamental del
Escultismo es, en realidad, desarrollar el hábito de
salir frecuentemente a disfrutar de los beneficios del
aire libre tanto como sea posible
Una vez, en una ciudad de considerable importancia,
pregunté a cierto Jefe de Tropa si conducía las
excursiones del sábado en el parque o en el campo; y me
informó que ni siquiera se llevaban a cabo tales
excursiones. ¿Y por qué? Pues porque a sus muchachos no
les gustaban. Preferían congregarse, el sábado por la
tarde, en su propio salón de reuniones. Desde luego que
lo preferían. Porque estaban acostumbrados a eso
precisamente: a quedarse en casa. Y nosotros debemos
evitar que los muchachos dedicados al Escultismo sean
víctimas del hábito de permanecer en casa demasiado
tiempo. Debemos inducirlos a que salgan de casa
frecuentemente, y tratar de conseguir que las giras
campestres les interesen.
A propósito del asunto, nos permitimos citar las
siguientes frases de Alejandro Dumas: "'Si yo fuese
rey de Francia", escribió en cierta ocasión el
famoso novelista, "no permitiría que ningún niño
mayor de doce años de edad entrara en ninguna
población. Hasta esa edad, los niños tendrían que
vivir en el campo: bajo el sol, en los bosques, en
compañía de perros y caballos, cara a cara con la
naturaleza, que vigoriza el cuerpo, fortalece la
inteligencia, inspira poesía en el alma humana, y
despierta una curiosidad más valiosa que todos los
libros de texto del mundo entero.
"En esa forma, los niños aprenderían a interpretar
los ruidos y el silencio de la noche, y adquirirían la
mejor de todas las religiones: la que Dios mismo pone de
manifiesto en el aspecto glorioso de sus
maravillas.
"Y a la edad de doce años, fuertes, con una mente
despejada y comprensiva, tendrían ya la capacidad para
recibir la instrucción metódica que fuese adecuado
proporcionarles, y que podría entonces impartírseles
con facilidad, en el término de pocos
años.
"Pero, desgraciadamente para los mozuelos, aunque
afortunadamente para Francia, yo no soy el rey de la
nación.
"Lo único que puedo hacer es expresar mis ideas, y
sugerir la senda. Mi opinión es que la educación
física debe ser el primer paso en el desarrollo del
niño."
Esas palabras de Alejandro Dumas en realidad pueden
considerarse como frases orientadoras; y nosotros, en el
Escultismo, si nos adherimos a nuestra verdadera misión,
podremos dar un paso gigantesco en ese rumbo, recordando
siempre que el ambiente apropiado es el aire libre. Pero,
debido a que actualmente pasamos la mayor parte de
nuestra vida en las ciudades, estamos expuestos a perder
de vista el
derrotero.
Nuestra organización no es ni un club ni una cátedra,
sino más bien una escuela práctica para estudiar las
maravillas de la naturaleza. Tenemos que salir
frecuentemente al campo, para fortalecer la salud del
cuerpo y del espíritu, como jefes o como simples
Scouts.
El campamento es indispensable para poder
adiestrar bien a una tropa. Pero debe ser un
campamento donde no haya nunca ninguna
ociosidad.
El aspecto de esta enseñanza que mayor entusiasmo
despierta en los muchachos es la vida de campamento, que
ofrece al Jefe de Tropa la mejor oportunidad para el
desarrollo de su labor
constructiva.
El campamento cautiva la imaginación de la juventud, por
los numerosos detalles interesantes de la vida campestre,
tales como la improvisación de comidas, los juegos en el
bosque o en los eriales, la práctica del rastreo, la
exploración, eI empeño de vencer obstáculos, las
alegres canciones al calor de una hoguera, etc.
Es preciso tener a nuestra disposición algún espacio al
aire libre; terreno que sea nuestro, preferiblemente por
tiempo ilimitado, y que sea de fácil acceso para los
scouts. Además, a medida que la enseñanza del
Escultismo vaya progresando, los terrenos de campamento
deben formar parte integrante de cada
centro.
Esos campos podrán emplearse como centros de
adiestramiento para los dirigentes del Escultismo, donde
éstos tengan la oportunidad de recibir
adiestramiento en el arte de acampar, así como adquirir
el espíritu de fraternidad que surge de una vida en
contacto directo con la naturaleza. Ya se han establecido
muchos, con ese propósito, y para que los scouts puedan
emplearlos como campamento. De modo que su gran utilidad
se ha demostrado; pero debemos adquirir más terreno,
antes de que las tierras adyacentes a nuestras
poblaciones se hayan dedicado a fines de
urbanización.
Y recordemos que "vida de campamento" es algo
muy distinto a "vivir bajo carpa." Por ejemplo,
hace algún tiempo, a mí se me mostró cierto campamento
para niños de escuela, en el cual había tiendas de
campaña perfectamente levantadas y alineadas, con un
gran toldo para comedor y una cómoda carpa para cocina.
Además, había senderos pavimentados y casetas de baño
construidas de madera. Un contratista lo había planeado
y construido todo admirablemente bien. El funcionario
organizador pagó cierta suma de dinero, y todo se hizo
muy bien, en esa forma. Desde el punto de vista
mercantil, fue una transacción sencilla y satisfactoria.
Allí los niños podrían vivir bajo carpa muy
cómodamente.
Pero aquello no podía llamarse acampar. Vivir en tiendas
de campaña es algo muy diferente a lo que nosotros
llamamos acampar. Cualquier pollino puede vivir bajo un
toldo donde no sea más que parte integrante de una
recua, y donde reciba cuanto necesite sin hacer el menor
esfuerzo para obtenerlo por si mismo. Los beneficios que
una temporada en un sitio como ése ha de proporcionar no
valen la pena de que los muchachos salgan de sus
hogares.
Lo que realmente despierta interés en la juventud, y al
mismo tiempo constituye algo educativo, es el verdadero
acampar: es decir, el campamento establecido por los
muchachos mismos, hasta el extremo de hacer sus propias
carpas, y aprender a cocinar sus propios alimentos.
Luego, la tarea de levantar las tiendas de campaña en
sitios elegidos expresamente por las tropas; la busca de
leña y agua potable; la preparación de un sitio para
bañarse, cocinas de campaña, letrinas y hoyos para
desperdicios; el empleo de utensilios y muebles de
campamento, etc. es lo interesante, y lo que despierta
entusiasmo, además de ser un adiestramiento
inapreciable.
Cuando se trata de un gran número de muchachos, reunidos
en un pueblo de carpas, es necesario recurrir al
ejercicio sistemático y la instrucción general, como
medios para proporcionar ocupación a todos en conjunto.
Pero, en el caso de grupos pequeños, además de las
labores del campamento mismo, las cuales ocupan mucho
tiempo, hay también una oportunidad constante para la
educación en el conocimiento de la naturaleza, así como
para fortalecer la salud corporal y mental, por medio de
carreras, caminatas y otras diversiones, aprovechando
todas las ventajas del
ambiente.
El campamento ideal es uno en que todo el mundo está
satisfecho alegre y atareado; uno en que las tropas se
conservan siempre intactas, y en que todos los
concurrentes están orgullosos de su labor y del grupo en
general.
Un detalle muy digno de atención especial es que, en un
campamento pequeño, el ejemplo del Jefe de Tropa ejerce
una influencia enorme. Debido a que vive entre los
muchachos, cada uno de éstos tiene la oportunidad de
observarlo, e imitarlo, a veces inconscientemente y tal
vez sin que él mismo se dé cuenta. Por eso se notará
que si el Jefe de Tropa es un hombre perezoso, los
muchachos que dirige se pondrán haraganes. Asimismo, si
el aseo es un hábito en él, ellos lo adquirirán; y si
él es ingenioso, los muchachos que lo rodean habrán de
convertirse pronto en emuladores de su ingeniosidad,
ejercitando sus facultades mentales en la invención de
artefactos y
utensilios.
Pero el Jefe de Tropa no debe perder su tiempo en tareas
pertenecientes a los scouts que lo acompañan, sino más
bien inducir a éstos a trabajar cuanto sea posible.
Realmente, con respecto a esto, el mejor lema es:
"Cuando se quiere conseguir que se haga una cosa, no
debe hacerla uno mismo." Nosotros queremos
campamentos limpios y saludables, regidos en armonía con
todas las reglas e instrucciones locales; pero que sean,
además, campamentos en que los scouts puedan vivir una
vida tan semejante como sea posible a la de los
verdaderos colonizadores de
antaño.
Natación. El Deporte del Remo.
Señales
Entre todas las clases de adiestramiento físico, la
natación se distingue por las ventajas que siguen:
- es una diversión agradable, y a los jóvenes les
interesa mucho;
- estimula el hábito de aseo personal;
- desarrolla la determinación y el ánimo;
- crea y refuerza la confianza en uno mismo;
- ejercita el tórax y los órganos respiratorios;
- fortalece la musculatura de todo el cuerpo; y
- proporciona un recurso para salvar la vida de otras
personas.
El deporte del remo es otro medio excelente para fomentar
el desarrollo de la musculatura, y a los scouts les gusta
mucho. Además, como sólo se les permite
participar en él después que han dominado la natación,
es un incentivo para aprender a
nadar.
El arte de las señales, en la práctica, desarrolla la
inteligencia, y al mismo tiempo es un valioso ejercicio
físico que adiestra la visión, así como vigoriza
muchos músculos del cuerpo. Pero debe practicarse al
aire libre, para que no se convierta en una forma de
gimnasia monótona, carente de utilidad y de objetivos
edificantes.
LA HIGIENE PERSONAL
El
Aseo
Para el mantenimiento de la salud, el aseo es de
importancia fundamental. Y, a propósito de esto, es
oportuno enumerar algunos hábitos que deben inculcarse
en la juventud, porque servirán a manera de pauta,
poniendo de relieve a menudo la gran trascendencia de la
higiene general en todos sus aspectos. Uno de ellos es el
frotamiento del cuerpo con una toalla húmeda, cuando no
se puede disfrutar de un baño. Otro es la costumbre de
lavarse las manos antes de cada comida, e inmediatamente
después de cualquier acto que altere la pulcritud
personal.
Si se quieren inculcar esos hábitos y otros parecidos en
la juventud, así como para conseguir que siempre se
tenga presente la necesidad de mantener una limpieza
escrupulosa, se pueden emplear diversos recursos. El
exterminio de moscas, por ejemplo, además de ser un
servicio público de gran significación a que deben
dedicarse los scouts, tiene también la ventaja de
inducir a los muchachos a precaverse contra los
microbios, tan pequeños que pueden viajar adheridos a
las patas de un insecto, pero tan peligrosos que pueden
causar la muerte de cualquier
persona.
Alimentos
Entre todos los factores relativos al desarrollo de una
persona, probablemente hay muy pocos tan importantes como
la nutrición; pero muchos padres de familia pecan de
ignorancia crasa con respecto a este asunto, y lo mismo
se nota entre los muchachos. Por esto es tan conveniente
que todo Jefe de Tropa tenga ciertos conocimientos de
bromatología y nutrición. Así le será posible
proteger la salud de los muchachos que lo acompañan, y
ayudarlos a fortalecer sus energías con eficacia
especialmente cuando están en un
campamento.
Los detalles de importancia en este asunto son numerosos;
pero sólo es necesario mencionar dos o tres con el fin
de recalcar su trascendencia. En cuanto a cantidad se
refiere, por ejemplo, un muchacho, entre las edades de
trece y quince años, no necesita consumir más de un
ochenta por ciento de la ración adecuada para un hombre
maduro; pero realmente puede ingerir hasta un ciento
cincuenta por ciento, si se le permite
hacerlo.
Templanza
La sobriedad es una virtud de capital importancia, tanto
en la gente joven como en las personas mayores. Mas, para
un muchacho, la moderación de su apetito, en lo relativo
a cantidad y en cuanto a la índole de los alimentos, se
considera especialmente importante por la práctica de
imponerse privaciones a sí mismo. Tal vez nadie ha
logrado medir exactamente la capacidad de un muchacho
para engullir comida; pero se notará que éste adopta
una sobriedad ejemplar si se le muestra un objetivo que
justifique su esfuerzo, como la destreza para el
atletismo, por ejemplo. Y en esa forma, la templanza se
convierte en un detalle de adiestramiento moral y fisico
al mismo tiempo.
Contlnencia
Entre todos los aspectos de la educación de un niño,
uno de los más importantes y el más difícil es la
higiene sexual, en que se hace preciso tomar en cuenta
todos los otros detalles en conjunto, relativos al
cuerpo, la mentalidad y el carácter de cada individuo en
particular, así como muchos relacionados con su ambiente
y las costumbres predominantes en su comarca. El Jefe de
Tropa debe abordar el asunto con mucho tacto, según sea
la índole de cada caso en particular. Los educadores
todavía no han encontrado la manera más eficaz de
resolver problema tan delicado. Pero este problema es uno
que no se puede echar a un lado en lo que respecta a la
niñez en general.
Aún existe una fuerte barrera de prejuicios y
gazmoñería, en la actitud de muchos padres de familia y
gran parte del pueblo en general, oponiéndose al
adelanto de modificaciones gradualmente progresivas en
ese sentido. Esto hay que reconocerlo, y tratarlo con
todo el tacto indispensable. Para los padres de familia,
es un deber ocuparse de que sus hijos reciban la
instrucción apropiada; pero muchos lo descuidan, y luego
inventan excusas para justificarse, ignorando tal vez que
su negligencia es rayana en lo
criminal.
Refiriéndose a esta importante cuestión, un distinguido
erudito (el Dr. Allen Warner) ha dicho lo siguiente:
"Con frecuencia se ha expresado el temor de que tal
enseñanza engendre ciertos hábitos perjudiciales; pero
no existe ninguna prueba para demostrar eso, y en cambio
la experiencia demuestra que la falta de información
conduce al naufragio físico y moral de numerosas vidas
humanas."
Estas manifestaciones son irrefutables. El autor de estas
líneas puede comprobarlo con datos copiosos, adquiridos
durante muchos años de observación personal. La
inmoralidad secreta que existe ahora tiene aspectos
verdaderamente alarmantes. Y un detalle muy digno de
mención es el hecho de que, debido a que se considera
como una especie de tabú para la conversación entre
adultos y personas menores de edad, el asunto se hace
provocativo y tentador, lo cual trae como consecuencia
que los jóvenes adquieran generalmente una información
errónea, transmitida de unos a
otros.
Al muchacho debe hacérsele comprender que
el aseo personal es varonil. Para conseguirlo,
es bueno mantenerlo siempre atareado en labores
y diversiones edificantes, lo cual se considera como
método muy eficaz para ayudarlo a rechazar
pensamientos obscenos y hábitos
degradantes.
En una obra titulada "Lo que un Muchacho Debe
Saber", los doctores Schofield y Jackson dicen esto:
"El desarrollo sexual evoluciona gradualmente; y es
un infortunio serio el hecho de que los vicios
perjudiciales comienzan y se practican a una edad muy
temprana. Recordando el viejo adagio de que andar
prevenido es como andar armado, a los niños debe
decírseles lo que les aguarda; porque pronto entrarán
en el arriesgado período de la pubertad, y no debe
permitirse que lleguen a la puericia careciendo de los
conocimientos necesarios para enfrentarse a las nuevas
dificultades de su
desarrollo."
En este asunto, el Jefe de Tropa hallará un amplio campo
de acción beneficiosa. Mas primero debe averiguar si el
padre del muchacho se opone a que su hijo adquiera las
nociones indicadas. Además, le conviene consultar a
otras personas que conozcan bien al muchacho y debe
cerciorarse de que él mismo tenga la experiencia y la
instrucción
suficientes.
Una manera conveniente para emprender su labor es
referirse a esta cuestión mientras habla sobre otras,
disertando con sencillez y naturalidad, como si
desempeñara el papel de un hermano mayor. Algunos Jefes
de Tropa tal vez consideren esto muy difícil, si nunca
lo han hecho; pero hallarán que se trata de una tarea
relativamente fácil que, sin embargo, tiene una
importancia inapreciable.
A los niños les interesa una explicación de la forma en
que las plantas y los animales se reproducen. Asimismo se
descubrirá que mostrarán mucho interés cuando se les
informa que cada uno de ellos también lleva en sí el
germen de otro ser humano, y que ese germen se le ha
transmitido, de padres a hijos, a través de incontables
generaciones. Dios le ha confiado ese germen; y su deber
es conservarlo hasta que contraiga matrimonio, y pueda
pasarlo a su esposa; para continuar el proceso de la
reproducción, antes de lo cual no debe malgastarlo.
Olvidar esto es deshonroso y tendrá que rechazar las
tentaciones que lo inciten a descuidar la obligación
sagrada de custodiar ese tesoro que Dios le ha
confiado.
Hablando en términos generales, ésa es una forma
bastante adecuada para impartir dichos conocimientos a la
juventud; pero recordemos que será necesario tomar en
cuenta los diferentes rasgos distintivos de los
muchachos, y que cada caso en particular exigirá que se
trate la cuestión de una manera distinta. Lo principal,
desde luego, es que el Jefe de Tropa consiga granjearse
primeramente la confianza del muchacho, y que se
establezca entre los dos una relación de fraternidad que
les facilite conversar franca y libremente
Por último, es preciso agregar una breve advertencia
para los divulgadores del Escultismo que sean jóvenes y
carezcan de experiencia. El hecho de que, por su edad,
estén más próximos al muchacho que otras personas
mayores no puede considerarse siempre como una ventaja.
Esto frecuentemente resulta desventajoso, y es a veces un
verdadero peligro. Ciertas manifestaciones publicadas por
el autor de estas líneas anteriormente se han
interpretado en el sentido de que considera como deber de
todo Jefe de Tropa la tarea de instruir a cada uno de sus
Scouts en los detalles de la higiene sexual. Pero la
intención del autor jamás ha sido ésa; pues opina que
tal procedimiento a veces podría tender a desquiciar el
sistema de la familia. Su verdadera intención ha sido
indicar a los Jefes de Tropas que se fijen en este
importante aspecto del desarrollo individual, y
sugerirles que traten de corseguir que los scouts
dirigidos por ellos reciban tal instrucción, de parte de
la persona mejor capacitada para darla, en el momento
más oportuno y en la forma más adecuada. Además, el
autor opina que frecuentemente se verá que quien puede
hacerlo mejor no es eI Jefe de Tropa, sino tal vez el
padre de familia, el médico, el director espiritual o
alguna otra persona íntimamente relacionada con el
muchacho.
Restricciones
Hace algún tiempo, alguien publicó una edición del
libro "Escultismo para muchachos" y en ella
ordenaba rotundamente que los scouts nunca deben fumar.
Esto nos induce a sugerir que se recuerde que por lo
general resulta contraproducente ordenar así a los
muchachos a que se abstengan de hacer ciertas cosas, pues
tal método casi siempre les presenta una tentación
fascinante de actuar en sentido contrario. Lo apropiado
es aconsejarlos con tacto y positivamente contra los
hábitos perjudiciales, o hablarles acerca de éstos
calificándolos como necedades o ridiculeces
despreciables; y es casi seguro que así se les pueda
inducir a evitarlos, especialmente cuando se trata de
malas costumbres como el hábito de blasfemar, el vicio
de fumar y otros que los jóvenes pueden adquirir con
facilidad. Es también conveniente establecer ciertas
normas de buen tono, y crear una especie de opinión
pública entre los muchachos, en un plano que indique la
línea de conducta que deben seguir para aparecer cultos
y caballerosos ante la sociedad.
Equilibrio
Eso tal vez ha de parecerles a ciertas personas como una
manera extraña de enseñar disciplina y vigorizar la
salud. Pero la experiencia demuestra que produce buenos
resultados.
Probablemente algunos de mis lectores han observado que a
veces se incluye como parte de la gimnasia militar, en la
forma de inducir a los soldados a que anden por un
tablón puesto de canto a una altura de varios palmos
sobre el nivel del suelo. Se ha descubierto que,
induciéndolos a enfocar su atención en esa prueba de
habilidad, adquieren o intensifican la destreza de
dominarse a sí mismos y regir sus nervios. Además, el
experimento se ha extendido hasta el extremo de haberse
visto que un soldado ineficaz en las pruebas de puntería
recobra el dominio sobre sí mismo y la facultad de
concentración practicando varias veces el ejercicio ese
de "andar por el
tablón."
Y es un ejercicio que a los muchachos les interesa; mas,
para iniciarse en su práctica, deben utilizar un
balancín, que podrán hacer fácilmente atando varios
bordones, en forma de haz; pues al principio tal vez
necesitarán un contrapeso que los ayude a
equilibrarse.
Como ya lo he indicado, tales ejercicios fortalecen el
carácter; y ésta es una de las razones por las cuales
yo deploro la tendencia moderna de anteponer la seguridad
a todo lo demás. Pues, para que la vida humana sea
vigorosa, se necesita cierta dosis de peligro y para
prolongar la existencia, es necesario ejercitar nuestro
ánimo, de vez en cuando, en la práctica de afrontarse a
lo peligroso. Los scouts tienen que prepararse para topar
dificultades y peligros en la vida. Por esto debe
cuidarse de que su adiestramiento no peque de ser
demasiado benigno.
Scouts
Lisiados
Actualmente numerosos muchachos baldados, sordomudos o
ciegos adquieren salud, felicidad y aspiraciones por
medio del Escultismo, de una manera en que jamás
pudieron hacerlo antes. La mayoría de ellos no pueden
pasar por las pruebas reglamentarias, y se les preparan
pruebas especiales.
Por lo general, la tarea de orientar y ayudar a estos
muchachos desvalidos es una labor muy difícil, que
requiere atención y paciencia mucho más intensas que
las necesarias en el adiestramiento de muchachos
normales. Pero el resultado lo justifica. Así lo
demuestra sobradamente el testimonio de médicos,
enfermeras y maestros (quienes, en su mayoría, no son
scouts) con respecto al bien que, por medio del
Escultismo, se hace a dichos muchachos, y por ende a los
asilos que los
albergan.
Más, lo verdaderamente admirable acerca de esos
muchachos es la jovialidad que exteriorizan, y su anhelo
de hacer en el Escultismo tanto como es humanamente
posible dentro de las circunstancias. Demuestran
aversión hacia los privilegios que puedan darles alguna
ventaja sobre los demás; y no quieren más pruebas o
tratos especiales que los que son absolutamente
indispensables. El Escultismo los ayuda, dándoles la
oportunidad de pertenecer a una fraternidad mundial;
proporcionándoles algo que hacer, o hacia lo cual pueden
aspirar; presentándoles medios para demostrarse a sí
mismos y probar a los demás que pueden hacer cosas que
otras personas consideran
difíciles.
El muchacho que demuestra iniciativa, es el que será
elegido para recibir la distinción
3. ARTES MANUALES Y
DESTREZA
En esta época se nota, como siempre se ha notado, un
desperdicio lamentable de recursos humanos. Esto se debe
principalmente a los errores de adiestramiento. A la
mayor parte de la juventud no se le inspira el amor al
trabajo. Aun cuando a los muchachos se les enseñan
oficios o métodos mercantiles, y se desarrollan en ellos
las cualidades necesarias para el éxito en diversas
profesiones, raramente se les muestra la forma en que
pueden emplear su habilidad con el fin de forjarse una
carrera, ni se enciende en ellos la llama de las
ambiciones nobles y elevadas. Por eso, con demasiada
frecuencia encontramos clavijas cuadradas en agujeros
redondos.
Nadie sabe, con exactitud, en donde se halla el error;
pero es indiscutible que tal es la situación
Consecuentemente, los muchachos que no tienen la
disposición natural de orientarse quedan abandonados al
garete, y se convierten en disipadores o en rémoras de
la sociedad. Llevan en sí mismos su propia miseria. Se
convierten en carga para el estado y muchas veces en
peligros para la paz y la tranquilidad de la nación.
Además, muchos de los que, entre ellos, han logrado
triunfar en alguna forma, indudablemente habrían tenido
más éxito si hubiesen disfrutado de una educación más
práctica
Por medio del Escultismo, nosotros podemos hacer algo
para remediar esos males. Podemos dar unos cuantos pasos
en la tarea de proporcionarle aun al más pobre mozalbete
un rumbo y una oportunidad en la vida, o por lo menos
inspirarle alguna esperanza, y enseñarle algún
oficio.
¿En qué forma? Naturalmente, lo primero que se nos
ocurre, con respecto a eso, es pensar en las insignias de
artes manuales. Pero debe recordarse que, aunque decimos
artes manuales, aquilatadas al reflejo de nuestras
normas, son algo más que aficiones y parte integrante
del sistema que nosotros empleamos para orientar a los
muchachos por medio de un comienzo fácil. Estas
aficiones luego se convierten en algo más aproximado a
las especialidades, como adiestramiento vocacional para
scouts de primera clase. Mientras tanto, las aficiones o
pasatiempos tienen su valor propio. Son labores en que un
muchacho aprende a emplear sus manos y su cerebro, así
como empieza gradualmente a derivar placer del trabajo. Y
es posible que, en el caso de algún muchacho, sigan
siendo sus aficiones por muchos años, mientras en otro
sean tal vez el paso inicial hacia una de las artes
mecánicas que se conviertan luego en su profesión u
oficio permanente. Sea como fuere, el muchacho que las
practica no estará tan expuesto como antes a convertirse
más tarde en disipador. Porque las aficiones son un
antídoto contra las artimañas de Satanás.
Pero, sin la ayuda de ciertas cualidades, las aficiones o
artes manuales carecerán de la virtud de orientar al
muchacho hacia una profesión. Por eso, el artífice debe
tener disciplina. Tiene que adaptarse a las indicaciones
del jefe o director y al ambiente de sus compañeros de
trabajo. Tiene que mantenerse formal, serio, eficiente y
dispuesto.
Además, necesita energía; y ésta depende de su caudal
de ambición, destreza, ingeniosidad y salud.
Ahora ¿en qué forma utilizamos nosotros ese recurso en
el adiestramiento de los
Scouts?
Prácticas iniciales
El primer paso para conseguir que un scout se dedique a
las obras manuales puede darse con mayor facilidad en el
campamento que en cualquier otra parte. En la práctica
de edificar chozas, derribar árboles, construir puentes,
improvisar utensilios, levantar carpas, tejer alfombras y
esteras en los telares del campamento, etc., los
muchachos adquieren las nociones elementales y se inician
en las artes mecánicas, mientras descubren que dichas
tareas tienen considerable utilidad en cuanto a las
comodidades de la temporada de campamento.
Después de haber comenzado así, les interesará mucho
continuar en la práctica de sus aficiones, durante las
noches de lluvia o de frío. Y será para ellos un
aliciente significativo al darse cuenta de que han de
recibir algún reconocimiento, cuando se les confieran
insignias por su pericia, o cuando ganen algún dinero
por el trabajo bien hecho que puedan vender. Así, paso a
paso, se convierten pronto en trabajadores enérgicos y
entusiastas.
Insignias de Mérito (Especialidades)
El propósito de las insignias conferidas como
reconocimiento de habilidad estriba en la idea de
despertar interés por las aficiones o trabajos
mecánicos, uno de los cuales puede que algún día se
convierta en una profesión, o por lo menos evitará que
el muchacho se sienta desorientado al aventurarse solo
por el mundo.
Las insignias son sencillamente incentivos para los
muchachos, ofrecidas con el fin de que adopten aficiones
u ocupaciones; y para conseguir que progresen en sus
labores. Ante otras personas, son una prueba de que el
muchacho ha hecho eso; y su propósito no es demostrar
que quien las ostenta es maestro en el oficio en que se
ha iniciado. Si alguna vez intentamos hacer del
Escultismo un sistema formal de instrucción seria, en
eficiencia, se perdería todo el valor y el quid del
adiestramiento a que nos dedicamos; y correríamos el
riesgo de inmiscuirnos en el trabajo de las escuelas
careciendo de los expertos
indispensables.
Nosotros deseamos encarrilar a TODOS nuestros muchachos,
dándoles impulso progresivo en el curso de su desarrollo
espontáneo y no mediante una instrucción objetiva
obligatoria.
Pero el fin del sistema de Especialidades en el
Escultismo es también darle al Jefe de Tropa un
instrumento con que pueda estimular e inducir a los
scouts a dedicarse a las aficiones que puedan ayudarlos
en la formación de su carácter y en el desarrollo de su
destreza.
Es un instrumento que, utilizado inteligentemente, puede
inspirar ambición y esperanzas aún a los más torpes y
a los más apocados, quienes de otra forma quedarían
rezagados muy pronto, y tal vez desesperanzados e
inútiles en las luchas de la vida. Por esta razón, no
se definen las normas de habilidad. Nuestro método de
conferir insignias no se basa en el ascenso a cierto
nivel de habilidad, sino en el ESFUERZO QUE HACE CADA
MUCHACHO CON EL FIN DE ADQUIRIR CONOCIMIENTOS O DESTREZA.
Esto pone a los más torpes o desesperados y a los más
inteligentes o aventajados en el mismo nivel de
posibilidades y
oportunidad.
En esa forma, un Jefe de Tropa comprensivo y concienzudo,
que ha hecho un estudio psicológico de sus muchachos,
puede poner ante algunos ciertas dificultades
estimulantes, de manera que los torpes disfruten de un
comienzo equitativo al lado de los más inteligentes. Y
al muchacho apocado y tímido, cuya obsesión de
inferioridad se debe a los fracasos numerosos que ha
sufrido, pueden facilitarse los primeros triunfos con el
fin de inducirlo a intensificar sus esfuerzas. Si trata
de hacer algo, no importa cual sea la tosquedad de su
trabajo, el examinador debe concederle una insignia; y
esto generalmente le dará el estímulo para continuar
ejercitándose hasta que gane más Especialidades, y por
último se hace normalmente
capacitado.
El examen para conferir insignias no es de competencia,
sino sencillamente una prueba del esfuerzo individual.
Por tanto, el Jefe de Tropa y el examinador tienen que
trabajar en estrecha armonía, juzgando separadamente
cada paso por sus méritos, y aquilatándolos todos para
saber cuando deben ser generosos y cuando deben ser
estrictos.
Algunos opinan que los muchachos tienen que llenar el
máximum de ciertos requisitos antes de considerárseles
merecedores a ostentar una Especialidad. Eso está muy
bien en teoría; y con ese método se consigue que unos
cuantos muchachos adquieran gran eficacia; pero nuestro
propósito es lograr que todos se interesen. El Jefe de
Tropa que al principio pone a sus muchachos ante una
valla sobre la cual pueden pasar fácilmente, los verá
salvándola con entusiasmo y confianza en sí mismos;
pero si los pone ante una tapia de piedra, demasiado
alta, los verá intimidarse, y ni siquiera intentar
saltarla.
Sin embargo, nosotros no recomendamos el otro extremo, es
decir, el que consiste casi en regalar las Especialidades
a cuantos demuestran haber adquirido cualquier
conocimiento insignificante de las labores asignadas.
Realmente, se trata de un asunto en que los examinadores
deben usar su juicio y discreción, siempre teniendo en
mente los propósito
fundamentales.
Indudablemente, siempre existirá el peligro de que
muchos anden a la caza de gangas, tratando de conseguir
Especialidades con facilidad y sin merecerlas. Nuestro
propósito es convertir a los muchachos en ciudadanos
concienzudos, alegres, sensatos e industriosos, y no en
individuos vanidosos y petulantes. El Jefe de Tropa debe
estar siempre alerta, para reprimir la cacería de
insignias, y averiguar cuál es el cazador de gangas y
cuál es el trabajador entusiasta y
serio.
En otras palabras, el éxito del sistema de Insignias
depende mayormente del mismo Jefe de Tropa, y de la forma
en que él lo dirija.
Inteligencia
La observación y la deducción forman la base de toda la
sabiduría humana. Por esto es inapreciable la
importancia que tiene la facultad de observación y
deducción para los ciudadanos jóvenes. Los niños
tienen una facultad de observación que funciona con
asombrosa rapidez; pero disminuye con el aumento de su
edad, principalmente porque las primeras impresiones y
experiencias cautivan su atención, pero ésta decrece a
medida que se repiten
aquéllas.
En realidad, la observación es un hábito hacia el cual
se hace necesario adiestrar al muchacho; y la práctica
del rastreo es un medio interesante para conseguir que lo
adquiera.
Y en cuanto a la deducción, ya se sabe que es el arte de
razonar y colegir el significado de los detalles que se
han observado.
Por eso puede manifestarse que, cuando un muchacho forma
el hábito de la observación y la deducción,
indudablemente ha dado un paso importantísimo en el
desarrollo de su
carácter.
Así también puede verse claramente lo mucho que
representa el rastreo como recurso para la formación de
dicho hábito. El rastreo en el campo y las conferencias
acerca de su práctica son detalles que deben
estimularse, como parte del adiestramiento en todas las
tropas de scouts.
Además, la inteligencia y la ingeniosidad de los
muchachos se desarrollan y se fortalecen
considerablemente mediante prácticas, simulacros y
ejercicios tales como el de orientarse por medio de
mapas; y también observando marcas orientadoras en el
campo, calculando alturas y distancias, anotando rasgos
de personas, vehículos y reses; o representando los
cuentos de Sherlock Holmes dramatizados en forma
conveniente. Asimismo, el arte de las señales les aguza
el ingenio, desarrolla su visión, y los induce a
estudiar y a concentrar la mente. La enseñanza de los
primeros auxilios también tiene cierto valor
educativo.
Durante las noches de invierno y en días lluviosos, el
Jefe de Tropa podrá emplear el tiempo ventajosamente
leyendo a los muchachos las principales noticias de
actualidad publicadas en los periódicos, y ayudándolos
a interpretarlas por medio de mapas, etc. Otro recurso
excelente para inducir a los muchachos a estudiar, y a
expresarse sin timidez ni apocamiento, es la preparación
de representaciones teatrales con episodios históricos
de la comarca en que
viven.
Autoexpresión
Nuestra especialidad de Artista se usa con el fin de
inducir a los muchachos a expresar sus ideas
gráficamente guiados por sus propias facultades de
observación e imaginación, sin que traten de hacerse
artistas y sin imitar a éstos. Estimulando al mozalbete
a que dibuje, aunque sea de una manera tosca y
rudimentaria, se le puede inducir a reconocer lo
artístico en el color o en las líneas, y a darse cuenta
de que hasta en un ambiente sórdido puede que haya luz y
sombra, colorido y
belleza.
Las canciones a coro y la representación teatral
son medios excelentes para perfeccionar el arte
de expresarse. Además, tienen la ventaja de ser
trabajo de cooperación, en que cada participante
aprende su papel, y trata de desempeñarlo bien, no
por el aplauso para sí mismo, sino por el éxito de todo
el grupo.
Otra fase algo más avanzada en su educación puede
iniciarse instándolo a practicar la fotografía mental,
es decir, a observer los rasgos de un paisaje, incidente
o persona, fijándolos en su mente, y luego a
reproducirlo en
papel.
Esto enseña a ejercitar la facultad de observación en
grado máximo. Personalmente he descubierto que, mediante
una práctica persistente, uno puede desarrollar cierta
habilidad especial en ese sentido de una manera
admirable, que también puede ser muy útil en diversas
ocasiones.
Luego tenemos el ritmo: una forma de arte que se
manifiesta con espontaneidad hasta en la mente menos
adiestrada, exteriorizándose en poesía, música o
ejercicios físicos. Proporciona cierto equilibrio y
cierto orden que despiertan interés hasta en los
salvajes, y aún podríamos decir especialmente en esos
seres humanos que se hallan más en contacto con la
naturaleza que los pueblos civilizados. En la forma de
música, el ritmo, desde luego, es mucho más obvio y
universal que en otras formas. El canto de guerra de los
zulúes, por ejemplo, cuando lo cantan cuatro o cinco mil
guerreros a coro, es un modelo excepcional de ritmo, en
una combinación de música, poesía y movimientos
corporales.
Y el placer de tocar algún instrumento musical es común
a toda la humanidad. El canto, como engarce de vocablos,
proporciona al alma humano un recurso para expresarse
que, utilizado adecuadamente,
brinda placer tanto aI cantante como al
oyente.
El muchacho le tiene un amor natural a la música, y por
ese amor se le puede orientar hacia la poesía y los
sentimientos más elevados como por una transición de
ascenso fácil y naturalmente progresivo.
Eso le proporciona al Jefe de Tropa un medio que puede
utilizar inmediatamente para enseñar a los muchachos a
proporcionarse regocijo, y al mismo tiempo dar mayor
elevación a sus pensamientos.
Las representaciones teatrales también deben formar
parte de la educación de todo muchacho en el arte de
comunicar la expresión de su propia personalidad.
En las aulas docentes, a mí se me indujo a participar en
muchas representaciones dramáticas, y luego he dado
gracias a Dios por haberme deparado tal oportunidad.
Porque así aprendí a ejercitar la memoria; me
acostumbré a hablar claramente y sin nerviosidad ante un
auditorio de muchas personas y experimenté el raro
placer de imaginarme que, por cierto tiempo, era yo otra
persona.
Además, esa práctica nos dio la oportunidad de conocer
la belleza literaria de las obras dramáticas famosas,
asi como experimentar emociones de alegría o tristeza,
de amor o conmiseración, mientras interpretábamos los
distintos papeles.
Pero, sobre todo, nos proporcionó el placer y la
felicidad de divertir a otras personas en momentos en que
necesitaban solaz o
entretenimiento.
Muchas tropas de scouts se dedican a labores teatrales
durante los meses de invierno; y en esa forma, no sólo
acrecentan sus recursos pecuniarios, sino que adquieren
educación valiosa para sí, mientras divierten a otras
personas.
De Afición a
Profesión
Las aficiones, artes manuales, inteligencia y salud son
pasos preliminares para desarrollar el amor al trabajo y
habilidad para soportar las luchas de la vida, lo cual es
algo esencial en la consecución del éxito. Y la segunda
fase consiste en preparar al joven trabajador para la
clase de trabajo que mejor se amolde a sus cualidades.
Los mejores trabajadores y las personas que mejor
disfrutan de la vida son los que consideran a su trabajo
como si fuese una especie de deporte o juego; y mientras
más entusiastamente juegan, más gozan en sus labores.
No sin fundamento, el famoso historiador H. G. Wells ha
manifestado lo siguiente: "Yo he notado que los
llamados hombres preeminentes en realidad son personas
que tienen corazón de niño; es decir, que son niños en
la seriedad de la forma en que gozan trabajando. Trabajan
porque les gusta trabajar y así su trabajo es realmente
un juego, un placer para ellos. El niño no es
únicamente el padre del hombre, sino que es el hombre y
no desaparece nunca."
Otro hombre ilustre (Ralph Parlette) también tiene
razón cuando dice así: "Jugar es experimentar amor
en hacer algo; y trabajar es sentirse obligado a hacer
algo."
En el Escultismo, tratamos de ayudar a los muchachos a
que adquieran esa actitud, entusiasmándolos en las cosas
que les interesan individualmente, y que luego serán
útiles para ellos más tarde.
Lo hacemos en primer lugar y sobre todo, mediante las
diversiones del Escultismo y su jovialidad. Entonces, por
etapas progresivas, los muchachos pueden, natural e
inconscientemente, orientarse hacia el desarrollo de sí
mismos para lo
futuro.
LA PARTICIPACIÓN DEL JEFE DE
TROPA
Eso basta por ahora en cuanto a la forma en que un
muchacho puede prepararse prácticamente, por medio del
Escultismo, para iniciarse en alguna profesión. Pero eso
sólo lo prepara. Aún está en manos del Jefe de Tropa
el poder de darle más ayuda, a fin de que esa profesión
o carrera sea provechosa y le traiga
éxito:
Primero, mostrando al muchacho los medios para
perfeccionar la instrucción superficial que ha recibido,
medios por los cuales puede probablemente convertir sus
aficiones en artes mecánicas, por ejemplo. El Jefe de
Tropa puede indicarle dónde podrá obtener educación
técnica superior, cómo conseguir becas o aprendizajes,
instruirse a sí mismo para ciertas profesiones, invertir
sus ahorros, solicitar empleos,
etc.;
Segundo, conociendo él mismo las distintas clases de
agencias de empleo y la forma de utilizarlas, así como
las condiciones de servicio en diversas profesiones, el
Jefe de Tropa puede dar al muchacho una asistencia
inapreciable, aconsejándolo (puesto que ya conoce sus
cualidades) en cuanto al curso de la vida para el cual
está mejor preparado.
Todo esto significa que el Jefe de Tropa debe hacer
investigaciones, e informarse bien sobre tales detalles y
otros parecidos. En otras palabras, trabajando un poco,
le será posible ayudar a muchos de sus scouts a
proseguir una vida útil, sana y
fructuosa.
Es algo muy alentador para cualquier mozalbete, aunque
sólo sea un humilde mensajero, el saber que se halla con
seguridad en la senda de las promociones, cuando hace su
trabajo tan bien que su jefe no puede hallar otro
empleado mejor. Pero tendrá que aferrarse a su buena
conducta, sin permitir que los contratiempos o
desalientos lo desvíen del rumbo correcto; puesto que,
si se desorienta y su ánimo decae, jamás tendrá
éxito. La paciencia y la perseverancia siempre triuntan,
cuando se va por el camino de la virtud.
Los Empleos
El Jefe de Tropa, observando y estudiando el carácter
individual y las habilidades de cada muchacho, puede,
hasta cierto punto, deducir, poco más o menos, el curso
de la vida para el cual está más preparado. Pero debe
darse cuenta de que la cuestion de los empleos es un
asunto que los muchachos mismos y sus padres tienen que
resolver.
Es por tanto un asunto de consulta con los padres, y uno
sobre el cual debe avisar a éstos contra el peligro de
inducir a su hijo a tomar un empleo que no armoniza con
sus características, por el solo hecho de que aporte
dinero inmediatamente. Es provechoso que trate de
conseguir que el muchacho y sus padres vislumbren las
posibilidades ulleriores que se presentarían si se dan
los primeros pasos en la dirección más adecuada, según
sean las
circunstancias.
Y en ese punto es importante distinguir entre los empleos
que brindan oportunidades de desarrollo progresivo al
muchacho, y los que no conducen a nada, o sea, la clase
de empleos que no ofrecen perspectivas de adelanto. Estos
últimos con frecuencia producen mucho dinero por algún
tiempo, y aumentan los ingresos pecuniarios semanales de
la familia. Por esto algunos los eligen para sus hijos,
sin importarles el hecho de que no les ofrecen ventajas
para que se hagan de una buena profesión o de un buen
oficio más tarde, cuando sean hombres.
Y las colocaciones que presentan oportunidades de un
desarrollo halagador para lo futuro también deben
seleccionarse cuidadosamente, tomando en cuenta la
capacidad del muchacho. Un empleo que requiere destreza
especial puede considerarse como esencialmente preferible
a uno que no la requiera, en cuanto al futuro éxito del
muchacho en la vida. Pero se debe tener cuidado de que la
consideración de este aspecto no se retarde hasta que
haya pasado el tiempo para que el muchacho se amolde a
las normas y exigencias de la carrera que desea
emprender.
El verdadero scout es activo en la realización de buenas
acciones
4. SERVICIO AL PRÓJIMO
Las cualidades de que hemos tratado son prendas
personales destinadas a hacer del muchacho un ciudadano
trabajador, viril y sano; pero, hasta cierto punto,
tienen carácter que pudiéramos llamar egoísta, puesto
que solo atañen a su persona. Pasemos ahora al cuarto
ramo del adiestramiento, mediante el cual, obteniendo una
visión más amplia de las cosas, el muchacho da una
parte de sí mismo en beneficio de los demás.
Egoísmo
Si alguien me preguntase cuál es el vicio predominante
en el mundo, yo diría: "El egoísmo". Quizás
de pronto ustedes no estén de acuerdo conmigo en esto,
pero si piensan detenidamente, creo que compartirían mi
opinión. Las estadisticas judiciales demuestran que la
mayoría de los crímenes se cometen por exceso de
egoismo, en la forma de codicia, venganza, deseo de
vencer, etc. Además casi todos los hombres darían
gustosamente un óbolo para alimentar al desválido, y se
sentirian satisfechos de haber cumplido con su deber;
pero muy pocos tal vez lo harían si para ello tuviesen
que privarse de parte de sus propios alimentos, vinos o
postres.
El egoísmo se manifiesta en muchas formas. Tomemos, por
ejemplo, la política de partidos. Un asunto, que
naturalmente tiene varios aspectos, es analizado por
ciertos hombres como si en realidad sólo tuviese uno
nada más, o sea el que les conviene a ellos. Esta
obcecación engendra en ellos el odio contra los que no
son de su parecer y la pugna puede lanzarlos a perpetrar
abominables crímenes que a veces encubren bajo los
nombres más altisonantes. Así también, las guerras
entre naciones estallan cuando ninguno de los adversarios
desea ver el punto de vista del otro, obsesionado
generalmente por sus propios
intereses.
Las huelgas y los paros, con frecuencia, son ejemplos de
un exagerado egoísmo. En muchos casos, los empresarios
no han querido reconocer que un hombre que ejecuta faenas
pesadas merece, en honor a la justicia, participar de las
comodidades y goces del mundo, como fruto de sus
esfuerzos, y no vivir condenado a perpetua servidumbre,
en beneficio de los accionistas del negocio. Por otra
parte, el obrero debe comprender que, sin capital, no
habría trabajo en gran escala, y que los accionistas de
una empresa deben percibir alguna ganancia en pago al
riesgo de su
inversión.
En los periódicos podemos ver ejemplos de egoísmo
cuando leemos cartas de hombres de pocas luces que, por
cualquier pequeña contrariedad, recurren a la prensa con
el fin de ventilar sus asuntos.
Más aún, podrá verse que así ocurre en todas las
escalas sociales, y hasta en los juegos de los niños. A
veces, cuando uno de éstos se siente disconforme por no
haber obtenido suficientes triunfos, abandona bruscamente
el juego diciendo: "¡No juego más!" No le
importa un bledo echar a perder la diversión de sus
compañeros; lo único que desea es satisfacer su
despecho.
Medios para Extirpar el
Egoísmo
El Escultismo tiende, en forma práctica, a libertar al
niño de sus hábitos egoístas. Cuando éste se satura
de espíritu caritativo, se encuentra en muy buen camino
para dominar o extirpar esas tendencias
nocivas.
La primera frase de la promesa que hace un muchacho al
ingresar en el Escultismo es: "Cumplir mis
obligaciones para con Dios". Nótese que no dice:
"Seré leal a Dios". Esto significaría un
estado de la mente y no el gesto espontáneo para la
acción que es el espíritu activo de la promesa.
El objetivo principal del Escultismo es proporcionar
alguna forma práctica de instrucción, en lugar de
seguir el método de imbuir preceptos prohibitivos, ya
que el muchacho es más dúctil a la acción que al
acatamiento de mandatos teóricos. De ahí que se trate
de incluir en sus actividades la costumbre de efectuar
buenas acciones en la vida cotidiana, como base de futura
buena intención y cortesía para con los demás. El
fondo religioso que hay en esto es común a todas las
creencias, y por ello el Escultismo no está en pugna con
ningún culto.
Así el muchacho puede comprender mejor que parte de sus
"deberes para con Dios" es desarrollar, como
don sagrado, esos sentimientos que Dios le ha infundido,
para que le sean de provecho en el curso de la
vida. Asimismo debe cuidar su cuerpo, energías y
vigor reproductivo para emplearlos en el servicio de
Dios; atender la mente, cuyos maravillosos atributos
(razón, memoria y apreciación) lo eleven sobre el nivel
de los irracionales; exaltar el alma animada por el soplo
divino del amor que puede desarrollar mediante la
expresión y práctica continuos. Así es como se enseña
al muchacho que el cumplimiento de los deberes para con
Dios significa, no simplemente acogerse a su infinita
bondad, sino cumplir con el elevado principio de
"Amaos los unos a los
otros".
Lo curioso del caso es que esta obligación de servir a
los demás con buenas acciones es lo que atrae más de
lleno y más rápidamente el celo del scout. Aunque
parezca trivial, el hecho de sacrificar pequeñas
conveniencias y placeres personales, en favor de los
demás, realmente forma la base sobre la cual descansa el
espíritu de renunciamiento en provecho ajeno.
Las acciones laudables de menor importancia incluídas en
el credo del scout son en sí el primer paso para
desarrollar los buenos sentimientos hacia el prójimo. El
estudio de la naturaleza y los animales fortifica la
nobleza de sentimientos en el muchacho, y lo induce a
vencer esa inclinación hacia la crueldad que muchas
personas consideran inherente a la niñez, pero que yo,
de mi parte, no creo tan común como se
supone.
El Escultismo es una fraternidad en
la cual no existen distingos de categoría
social, religión, nacionalidad, ni
razas.
De esas pequeñas buenas acciones pasa el muchacho a la
práctica del auxilio que debe prestar a lesionados o
heridos, y de allí, en gradación natural, al salvamento
de vidas, en casos de urgencia, desarrollando con ello el
sentido del deber para con los demás y la espontaneidad
de sacrificio en cualquier momento de peligro. Todo esto
le imbuye nuevamente la idea de abnegación por su hogar,
el prójimo y la patria, estimulándolo a exaltar su
patriotismo y su lealtad, en un sentido mucho más
elevado que el simple ademán mecánico de agitar una
bandera.
Servicio a la
Colectividad
La enseñanza de servir a los demás no se circunscribe a
la teoria; sino que abarca el desarrollo de dos aspectos
distintos: la inculcación del espíritu de benevolencia
y la disposición de oportunidades para ejercitarlo
prácticamente.
Esta enseñanza se realiza principalmente por medio del
ejemplo y el Jefe de Tropa es el primero en darlo con su
patriótica dedicación al servicio de la juventud, sin
más mira que la satisfacción que de ello deriva, y sin
esperar ninguna recompensa
material.
El Jefe de Tropa da a sus muchachos la oportunidad de la
práctica, sugiriéndoles la realización de servicios
especiales.
Y los servicios al público ofrecen el mejor campo de
adiestramiento práctico del deber para con la
colectividad, ejercitando el patriotismo y el sacrificio
desinteresado mediante la
expresión.
La labor de los scouts en tiempos de paz y de guerra, al
hacerse cargo voluntariamente de pesadas obligaciones,
para servir a su patria, es en sí una prueba de su
anhelo de emprender una buena obra y de la disposición
de hacerse eficientes cuando los inspira una buena causa.
Este terreno ofrece un medio poderoso para desarrollar en
forma práctica al ciudadano ideal.
Como ejemplo de servicios al público puede mencionarse
el que prestan los scouts a las poblaciones en casos de
incendios y otras calamidades. Tales servicios son
especialmente adecuados para scouts de mucha experiencia
en otras labores; y el hecho de encargárseles que los
presten tiene un fuerte aliciente para
ellos.
Además, aunque la Tropa se organice y equipe
originalmente con el propósito de apagar incendios, a
medida que adquiere mayor habilidad, puede también
encargarse de prestar socorro en toda clase de accidentes
que ocurran en el vecindario, tales como los de
tránsito, asfixia, explosiones, crecientes o
inundaciones, descarrilamientos, etc.
Esto requiere, además de los ejercicios rutinarios,
algunas nociones de salvamento y primeros auxilios en
casos de incendio, así como el conocimiento y la
práctica de localizar, rescatar y prestar asistencia
adecuada en cada caso; por ejemplo: familiaridad con
substancias químicas, el empleo de botes, la forma de
salvar de las aguas a una persona, la manera de aplicar
los ejercicios para la respiración artificial, los
medios de sosegar animales asustados, el manejo de
alambres electrificados, líquidos hirvientes,
etc.
En algunos casos es conveniente que cada patrulla se
especialice en los recursos requeridos para un
determinado accidente, pero en general, si las patrullas
practican para todos gradualmente, se puede conseguir una
eficiencia completa de la tropa en
conjunto.
No obstante, en la organización de la Tropa para prestar
ayuda en acontecimientos fortuitos, deberían asignarse
cometidos especiales a cada patrulla, dividiendo a los
muchachos, por ejemplo, en patrullas de salvamento,
primeros auxilios, mensajeros, etc.
Y se notará que la variedad de la labor que ha de
ejecutarse prestó campo a una serie de actividades que
despiertan mucho interés en los
muchachos.
La práctica de movilizaciones de socorro, en accidentes,
ficticios, es esencial para lograr eficiencia y destreza.
Luego, si la eficacia se pone de manifiesto
públicamente, atraerá sin duda la atención del pueblo
en general, incitando a éste a brindar cooperación El
quid estribará en que tal servicio sea reconocido como
educativo para los muchachos y de gran utilidad práctica
para todo el
mundo.
Efecto
Posterior
El dominio de sí mismo y el desarrollo de amor y
servicio al prójimo encierran el sentido de la
misericordia divina, y realizan un cambio total en el
corazón del individuo, haciéndole ver un reflejo de
verdadero paraíso y la gran satisfacción que
experimenta sintiéndose perteneciente al grupo de los
bienhechores.
La pregunta que se hará entonces el muchacho no será:
"¿Qué saco de ello?" sino ésta: "¿Qué
puedo dar de mí mismo en la
vida?"
No importa cual sea la forma de religión que adopte más
tarde, el muchacho habrá aprendido por sí mismo sus
fundamentos, y conociéndolos mediante la práctica, se
convierte en un ciudadano con amplia visión de bondad y
simpatía para con sus semejantes.
Con entereza de carácter y buen humor, el muchacho
vencerá todos los males y tentaciones que se le
presenten
en su marcha por el camino de la virtud.
RESUMIENDO
El OBJETO fundamental del Escultismo es tomar el
carácter del joven cuando está pletórico de
entusiasmo, para moldearlo en su apropiada forma, y
estimular al muchacho a desarrollar su individualidad,
con el fin de que pueda educarse a sí mismo y
convertirse en hombre probo y ciudadano útil para su
país. Así esperamos desempeñar un papel constructivo
en el fortalecimiento moral y material de la
nación.
Pero, al fomentar aspiraciones nacionales, correremos el
riesgo de convertirnos en sujetos intransigentes y tal
vez envidiosos del adelanto conseguido por otros países.
Si no evitamos estos malos sentimientos, llegaríamos a
resultados contraproducentes, trayendo la maldad cuando
lo que perseguíamos con tanto anhelo era escapar de
ella.
Afortunadamente para nosotros, el Movimiento del
Escultismo cuenta ya con organismos hermanos en casi
todos los países civilizados del mundo; y hemos formado
el núcleo fuerte y tangible de una Hermandad Mundial.
Además, la potencialidad que lo vigoriza se complementa
por el desarrollo de otro movimiento afín de
cooperación: el de las muchachas
Guías.
También tenemos que el propósito perseguido por la
educación del Escultismo es idéntico en todas las
naciones: eficacia en el servicio al prójimo. Y con tal
meta en común, podemos, como Fraternidad Internacional
de Servicio, ir muy lejos en la noble tarea que nos hemos
impuesto.
Por medio del adiestramiento que damos al muchacho,
desarrollamos al individuo, tanto en espíritu como en
eficiencia, para que sea útil a la población de su
país. Basándonos en este principio, y siguiendo la
escala ascendente, tratamos de desarrollar en una nación
el verdadero espíritu constructivo, para que su pueblo
se impulse a trabajar con efectividad en el concierto de
todos los países.
Si cada uno de ellos desempeña a conciencia el papel que
le corresponde, habrá mayor prosperidad y dicha en todo
el mundo, consiguiéndose por fin establecer lo que tanto
hemos anhelado:
PAZ EN LA TIERRA PARA LOS HOMBRES DE
BUENA VOLUNTAD
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